viernes, 28 de agosto de 2009

JUAN BUSTAMANTE DUEÑAS Y LOS MOVIMIENTOS CAMPESINOS POSTERIORES




José Luis Velásquez Garambel


“la nación no es la asociación de los individuos moradores de la costa del Perú, no son esos pueblos los que constituyen la República; la nación tiene pueblos numerosos en el interior y esos pueblos son de indios. La nación está constituida por un crecido número de indios excedentes a la raza blanca moradora de la costa del pacífico, los indios como los blancos contribuyen a llevar las cargas del estado”. (Juan Bustamante Dueñas)



Una de las características comunes para todos los pueblos indígenas americanos son las condiciones de pobreza en las que viven. Efectivamente, la marginación en la educación, el analfabetismo, los indicadores de nutrición, salud, la exclusión de género, en resumen, la extrema pobreza son las características comunes que se extienden a pueblos cuyas lenguas maternas están ya extinguidas. La situación de pobreza está acompañada de la exclusión social y la marginación política que data desde los tiempos coloniales.

Pero, al mismo tiempo, otro rasgo común la constituyen la riqueza cultural: los mitos y leyendas, los cantos, músicas y bailes, los ritos y tradiciones (más o menos cristianizados), los valores morales, éticos, la relación con la tierra, los cultivos y sus rituales, los animales, las creencias. Todas estas manifestaciones culturales tienen elementos comunes claramente reconocibles entre los distintos grupos indígenas, en todo el continente americano. Así la diversidad cultural responde a los espacios naturales, lo que a su vez se relaciona con las modalidades económicas que han venido incorporando los pueblos a sus prácticas vivenciales. En este sentido son destacables las diferencias que podemos apreciar entre indígenas andinos, amazónicos y costeños.

A la variedad de ambientes naturales se suma el distinto ascendente histórico. Buena parte de los pueblos indígenas compartieron una participación en el Estado Inca pero dicha participación fue muy diferenciada. Para algunos pueblos fue impuesta y para otros, especialmente en la Amazonía, casi inexistente, puesto que no llegaron a integrarse a sus dominios, o lo hicieron incipientemente, más aún los llamados pueblos del Qollasuyo, que fueron siempre reticentes a todo tipo de dominio e iniciaron continuas rebeliones ya contra los Incas y posteriormente contra los invasores hispanos, así no sólo desaparecieron los pueblos sino también sus lenguas, como el caso del Puquina (en el Qollasuyu), y se impusieron lenguas extranjeras como lo son el aimara y el quechua.

Finalmente la mayor o menor penetración cultural de los colonizadores ha ido determinando los grados de asimilación y mestizaje de las distintas culturas, circunstancias que a su vez condicionan el reconocimiento o la negación de los pueblos indígenas.

Las poblaciones andinas se consideraron como indígenas con criterios de lengua, vestidos, costumbres hasta la Reforma Agraria de 1969 (cien años después de la rebelión de Juan Bustamante). Desde esos años el Gobierno Revolucionario que inspiró dicha reforma realizó una fuerte campaña de reivindicación de las poblaciones autóctonas que tuvo como uno de sus ejes el rechazo al término “indio” o “indígena” y la adopción del término “campesino”. Es decir, se rechazaba el término por su acepción peyorativa y por el hecho de haber sido un término históricamente impuesto. Además, en el Perú de aquellos años un importante componente de la población urbana era ya de origen andino aunque no eran considerados indígenas. La adopción del término “campesino” unida a la reivindicación social de los andinos y de sus valores culturales obedecen a un proceso que se hallan ligados al origen de la singularidad de los movimientos “indígenas” en el Perú, distintos a los de otros países latinoamericanos.

Es en este escenario que Juan Bustamante Dueñas incorpora en su discurso político (y en su vida real) una defensa cerrada a los intereses de los pueblos llamados “indígenas”, adelantándose cincuenta años a las observaciones hechas por Manule Gonzales Prada y casi setenta y cinco años a la problematizaciónde Mariátegui


El manifiesto del comité pro derecho indígena manifiesta claramente:
1.- Exigir ante el congreso y el poder ejecutivo el cumplimiento de los derechos acordados a todos los ciudadanos, incluyendo a los indígenas, por la constitución y las leyes.
2.- procurar la educación de todos los habitantes, con la creación de escuelas en el campo y la ciudad.

Escapa largamente a la intención de estas páginas pretender una síntesis interpretativa de los diversos movimientos de defensa de los indígenas en el siglo XIX y de la forma como sus alegatos se inscriben sea en el tutelaje hacia los indios, sea hacia el rescate del pasado incaico (movimiento milenarista/como lo nombran Flores Galindo y Burga) como fuente legitimadora de su condición de herederos y portavoces de la identidad nacional enraizada en los Andes.
“El loco Bustamante”, un viajero empedernido, había nacido en Vilque, el 24 de junio de 1808 (hoy un distrito olvidado de Puno; antes un centro importante de comercio y en el que se firmaría la célebre Confederación Peruano- Boliviana), hijo de una familia notable y de muchos recursos, entre haciendas e ingenios vastos. Luego de ilustrarse, en sus dos viajes alrededor del mundo, Bustamante inicia una lucha pertinaz con el único fin de reivindicar al indígena, tan maltratado en dicho período, ya en los escaños de la cámara de diputados y senadores como representante de la Provincia de Huancané y Lampa; sin embargo todas sus participaciones y petitorios no habían sido oídos y hasta habían sido tomadas como mofas. Por ese entonces el indio no era considerado como ciudadano y mucho menos como parte de la organización política del estado, un ser despojado de todos sus derechos y con el cual se traficaba como se tratara de una bestia que podía ser adquirida en las recobas de las capitales o en las ventas de las haciendas. Era considerado como mano de obra gratuita, seres desvalidos y faltos de inteligencia que requerían de un protector y curador.
Bustamante (como lo menciona Vásquez) había repartido todos sus bienes a los colonos de sus haciendas y había iniciado una marcada campaña, junto a “Los Amigos de los Indios”, por la educación de los indígenas; para lo que organizó una serie de documentaciones y alegatos (muchos de ellos publicados en diarios y revistas de la época, así como “Los Indios del Perú”) que no tardaron en despertar el odio de los hacendados quienes iniciaron una batalla en contra de Bustamante, primero sirviéndose de las leyes y luego del poder punitivo del gobierno. Por lo que Bustamante había decidido armar a un contingente de indios e iniciar una guerra armada por el reconocimiento de los derechos de los indígenas, entre los que se contaba el derecho a la educación (como puede leerse en el manifiesto y estatutos de la “Sociedad Amiga de los Indios”); sin embargo sobre esto se menciona que tal insurgencia estalló debido a un tema fiscal. Luego de tomar la ciudad de Puno el 30 de diciembre de 1867 es derrotado en Pusi el 02 enero de 1868, Bustamante encuentra la muerte, junto a un basto contingente de indígenas, asfixiado con humo de ají y sus restos son cercenados y descuartizados (según los testimonios publicados en el Registro Oficial) para escarmentar las posibles revueltas.
“Los Indios del Perú” constituye, probablemente, el documento con mayor carga ideológica de reivindicación indígena del siglo en que le toco vivir, por este documento es considerado el indigenista más completo de su época (José Tamayo Herrera), por la profundidad de su prosa y la reflexión inserta en ella.
“Entre los precursores decimonónicos del pensamiento indigenista del Collao, es indispensable señalar dos figuras que alcanzan un relieve propio y una gran significación ideológica. El primero es el coronel Juan Bustamante Dueñas, “El Viajero”. Pocas vidas son tan prolíficas, tan ricas, tan contradictorias y signadas por un singular destino como la del puneño Juan Bustamante Dueñas, nacido en Vilque el 24 de Junio de 1808 y asesinado en Pusi el 02 de enero de 1868. Bustamante Dueñas es quizá el indigenista más completo de su época, no sólo por la coherencia de sus ideas y su vida, sino que su obra escrita alcanza una profunda unidad que procede de la madurez de una conciencia social ante la injusticia reinante”.

Bustamante procede, por el nacimiento, de los mistis de la región, de la clase terrateniente, pero en su vida ocurre una transformación singular. Bustamante es el “mundo purikuq”, el viajero que da dos veces la vuelta al mundo, es el andino más viajero de su época. El contacto con el mundo sensibilizó al puneño para comprender la realidad de su región y de su época, y los viajes suplieron una educación formal incompleta y desgreñada.
Hacia 1867, con sesenta años asume la cruzada indigenista que lo llevará a la muerte. En ese año, en la imprenta de J.M. Monterota publica el folleto “Los indios del Perú”, en donde se encuentra la expresión más completa de su pensamiento indigenista (obviamente en referencia al indigenismo social). Folleto poco conocido. Una lectura de él nos muestra a un Bustamante, ya maduro y listo para su tarea final después de haber creado “la sociedad amiga de los indios”:
“Cuando en 1867 se desata la rebelión de Huancané, se inicia un encendido debate sobre la condición del indio dentro de los círculos intelectuales del país. Juan Bustamante, designado apoderado de los insurgentes de aquella provincia, abre el camino de esa polémica, escribiendo apasionados folletos y proclamas a favor de estos. Cuando constata que su prédica es desoída por los poderes del estado, decide volver a Huancané para dirigir personalmente la rebelión, en este tránsito cae prisionero del subprefecto de Azángaro, Andrés Recharte, junto con 77 indígenas, después de una sangrienta batalla, para luego morir en manos de sus verdugos, con una crueldad que sólo es comparable con la de Túpac Amaru II, en el pueblo de Pusi el 2 de enero de 1868, mientras que los otros condenados murieron asfixiados en una pequeña celda, con el humo de ají que introdujeron Recharte y sus hombres. Antes de emprender su viaje a Puno, Bustamante se dirige a connotados personajes que residían en la capital, para constituir la llamada Sociedad Amiga de los Indios. Pues, en una histórica asamblea a la que asistieron los señores: Sebastián Lorente, Guillermo Seaone, Juan Lozano, Francisco de Lama, Luis Graña, Cipriano Coronel Zegarra (…).Se nominó una comisión integrada por Manuel Amunátegui, director de “El Comercio”; Buenaventura Seoane, Sebastián Lorente para que redactaran el proyecto de los estatutos y los postulados de la misma:
1.- Exigir ante el congreso y el poder ejecutivo el cumplimiento de los derechos acordados a todos los ciudadanos, incluyendo a los indígenas, por la constitución y las leyes.
2.- procurar la educación de todos los habitantes, con la creación de escuelas en el campo y la ciudad.
3.- desarraigar los vicios que son propios de la servidumbre secular, estableciendo para ello un trabajo voluntario y retribuido, con cuyo fin deberían dictarse leyes que prohiban el trabajo forzado gratuito.
4.- iniciar gestiones ante la santa sede para que Fray Bartolomé de las Casas fuese canonizado, por haberse constituido en símbolo defensa de los indios de América.
5.- recomendar que todas las autoridades a lo largo y ancho del país protejan a los indígenas de los abusos de sus explotadores.(…) la sociedad recibió con asombro y consternación la carta que remitiera desde Puno, Antonio de Riveros, lugarteniente de Bustamante, sobre el holocausto de decenas de campesinos y del propio “Mundo Purikuq”, convocandose con tal fin, a una asamblea de urgencia para tomar las decisiones consiguientes. Dentro de sus miembros, hubieron quienes exigían del gobierno una actitud enérgica contra los asesinos, para lo que debía conformarse una delegación que se entreviste con el ministro de gobierno, y con el propio presidente si fuera posible. Igualmente se sugirió conformar una comisión con tres de sus miembros para que en el mismo escenario de las acciones se efectuara una investigación exhaustiva. Ninguna de las propuestas fue acogida, por temor a las represalias”. (Augusto Ramos Zambrano, “Comité Pro- Derecho Indígena Tahuantinsuyo” en Apumarka N° 4).

Lo que viene a ser una clara posición sobre el tema de la educación del “indígena”, para Bustamante (Como para Simón Rodríguez) el acceso a la educación era un factor importante para que éste adquiera los instrumentos que le permitan liberarse del yugo del opresor; pero esta adquisición era también (en el fondo) la incorporación de los mismos elementos racionales del que gozaban los pobladores de la urbanidad. Y es que como lo señala Bustamante los indígenas ni siquiera eran considerados ciudadanos (personas con derechos reconocidos legalmente) y menos tenían derechos reconocidos por el estado. Tampoco tenían acceso a algún tipo de educación o a alguna forma de escuela.
La reivindicación del indígena, por tanto, debía partir por el elemento esencial (la educación de éste) que le permita adquirir, al indígena, la misma “categoría” que el no indígena; algunos consideran que la lucha fue sólo por la tierra, considero (en oposición) que el movimiento reivindicativo partía esencialmente por la adquisición de instrumentos que le permitan (al indígena) considerarse y ser considerado como iguales y para ello era necesario adquirir los elementos de dominio (la lógica y la racionalidad occidentales) que sólo se podían adquirir a través de una institución occidental (como lo era y lo es “la escuela”), y tal educación debía realizarse bajo marcos que el estado debía prever con igualdad para todos (sin ninguna discriminación). Escribiendo sobre los ensayistas peruanos del período 1848/1948, Luis Enrique Tord esclarece la importancia de estos 100 años en la construcción de lo que podríamos llamar una tradición: un tiempo en que se desarrolló el pensamiento de Juan Bustamante Dueñas y Manuel González Prada, las primeras exposiciones indigenistas dentro de los ambientes académicos y los ímpetus indigenistas en Lima, Cusco y Puno, haciendo aparecer numerosas revistas, libros, y posturas políticas. Y justamente por haberse constituido en una tradición nunca dejó de presentarse como un campo lleno de ambigüedades y de conflictos, fundamentalmente por el hecho de haber sido, al mismo tiempo, un campo de la literatura y de la política. Si bien es cierto no existen datos que manifiesten que Bustamante haya creado y fundado una escuela, la importancia de su rebelión es la de incorporar en el debate político la posibilidad de brindar al “indígena” una educación tan igual como se le brindaba a los no indígenas. A causa de este afán justiciero y de búsqueda de una educación para los indígenas (o indios en la acepción empleada por Bustamante) es repudiado por la clase dominante (repudiado con el apodo de “el loco”) e inicia con sus medios una rebelión que desestabiliza el sistema estatal y legal del país, del mismo modo despierta del letargo a esta clase oprimida (o de periferie) que son “Los Indios del Perú” a pesar que existieron medios que trataron de negar “las guerras de castas” y ligaron el movimiento de Bustamante con su militancia con Mariano Ignacio Prado (llamado en ese entonces “Manco Capac fundador del imperio”, en Burga y Flores; Ob. Cit. Pags 29-31)


LOS SUCESOS DE POMATA


Todos quienes han investigado sobre movimientos sociales (campesinos) y específicamente sobre los luctuosos sucesos de Pomata deben considerar eventos cuyas motivaciones no corresponden al mismo año, sino tres en el período de diez años, el primer levantamiento en 1895, el segundo en 1900 (cuando se creó el distrito de Santa Rosa y se elige como capital al sitio denominado Huanacamaya, motivo por el que los indígenas se sublevan y envían mensajeros a la capital de la república y por ende la conformación de la comisión investigadora del Dr. Alejandrino Maguiña) y el tercero una vez destituido el Sub-prefecto de Chucuito Mayor Teodomiro Gutiérrez Cuevas (1904).
En 1896, después de la asonada rebelión de Juan Bustamante, Puno tuvo el mayor frente de agitación indígena, Kapsoli se limita a observar la abolición de las contribuciones y no repara en la educación (que era estandarte de las agitaciones, como puede observarse en el ideario titulado: Tawantinsuyu – educación – organización – abolición; órgano de los sub comités distritales), en esta 12 parcialidades de Ilave se habían apoderado de los cerros de Huilacollo y que con una lluvia de piedras “podían reducir a escombros y asesinar a sus habitantes” (Kapsoli), según refiere intentaron hacerse de la ciudad hasta en cuatro oportunidades y los “mistis” sólo pudieron librarse gracias a la intervención del batallón Canta. Algo similar ocurría en Samán (Azángaro) donde los indígenas de apoderaron del pueblo y asesinaron a cuatro mistis en pleno templo.
“En el mismo año, en Juli, los ayllus de Sihuairo, Ccallín, Callaccani, Pasiri, Yacango y Sales, reunidos en forma clandestina se habían propuesto oponerse al cobro de un impuesto al uso de la sal” (Biblioteca Nacional Mss. D7811, f. 9), sobre este suceso refiere un documento del Archivo Histórico de Puno: “anoche se tumultaron los indios de cuatro parcialidades y se situaron a tres kilómetros de de la población. Todos los vecinos se presentaron y pidieron armas y sólo pudo darles las que tenía” (concuerda con la información de Kapsoli, en fecha, lugar y similitud de documento), la cantidad de indios oscilaba entre 500, los mismos que encendían fogatas. Estos indios fueron azuzados por vecinos de Pomata, Zepita, Ilave y Desaguadero.
Los movimientos campesinos/ indígenas estuvieron latentes en este referente. Algo que se agudizó fue la incorporación del imperialismo en el sur (mediante la Peruvian Corporation) por el control del ferrocarril y el comercio lanero, la incorporación de la ley de vagancia que permitía a las autoridades despachar ingentes cantidades de indígenas a las construcciones de caminos de herraduras y del ferrocarril hacia el Cusco, que tuvieron el único pretexto de desaparecer a los indígenas so pretexto de vagancia; intención era deshacerse de comunidades enteras de campesinos y apoderarse de sus tierras. Los mismos sucesos se años diferentes para lo que es necesario determinar las siguientes acciones cuyos efectos se verán después.

a) en 1900 un grupo de indios (tres delegados en total: Antonio Chamba, José Antonio Chambilla y Mariano Illachura) provenientes de las comunidades del distrito de Santa Rosa de Juli, quienes presentaron las quejas (al ministro de Gobierno y Policía) por las coacciones, exacciones y vejámenes de que son victimas y que se especifican en sus memoriales del 16 de octubre y del 21 de diciembre último (1901). En dichas quejas ocupa un lugar central los sucesos de Huanacamaya, lo que viene a marcar un proceso conflictivo de la provincia de Chucuito en una nueva etapa. Etapa que se inicia en 1895 cuando se produjeron levantamientos en Ilave y Pomata, en donde los indios fueron masacrados por el Batallón Canta (Rengifo en Rebelión India pág. 60).
b) El 26 de noviembre de 1901 Alejandrino Maguiña fue nombrado miembro de la comisión investigadora de dichos sucesos, ante la renuncia de un miembro Maguiña sume toda la responsabilidad el 17 de diciembre del mismo año.
c) Maguiña llega a Puno el 08 de enero de 1902 y elige como intérprete a Telésforo Catacora (con quien recorre toda la Provincia de Chucuito) culminando su labor el 15 de marzo de 1902 (fecha en que rubrica su informe).
d) Maguiña llega en su informe a la siguiente conclusión: “educar e instruir: he ahí casi todo el secreto de la cuestión. Educar al blanco y al mestizo bajo los principios de la justicia universal y del respeto de la dignidad humana, sin exclusión de razas ni distinciones odiosas. Educar al indio para elevar su raza hasta el nivel de los demás y permitirle que adquiera, junto con la noción de su personalidad, la facultad de defender su derecho contra el dolo, el fraude y la coacción”. (informe de Alejandrino Maguiña sobre los luctuosos sucesos de Chucuito, Lima 15 de marzo de 1902).
e) Telésforo Catacora, el intérprete de Maguiña, es un indio ilustrado que no aspira a arribar económicamente y que no reniega de su raza; sino, muy por el contrario, se siente orgulloso de ella. Es decir, no se ha desclasado, por lo que se le podría calificar de indio revolucionario; aunque su actividad – dada las limitaciones de la época – redunde más en beneficio de la capa de indios con mayores recursos. Es lógico, dentro de la lucha de clases, que los gamonales hayan pretendido apartarlo de Maguiña pretextando que no conocía el aymara, lo que resulta evidentemente falaz (Rengifo, Rebelión India, Pág. 66).
f) Las ideas de avanzada empiezan a germinar en algunos miembros del grupo de comerciantes de lanas o de los que no son indios. Es el caso del honorable y distinguido vecino del distrito de Juli D. Remigio Franco, quien brindó al Dr. Maguiña información verás. El presbítero Valentín Paniagua (quien había abandonado en Lima posiciones expectantes para ir a defender Indios en Pomata). Entre las autoridades también existieron notables excepciones como el Prefecto Miró Quesada, mencionado por Maguiña; habría que mencionar también al Mayor de caballería Teodomiro Gutiérrez Cuevas, quien ocupó la sub-prefectura de Chucuito el 18 de diciembre de 1903.

Posteriormente ocurren otras convulsiones en Pomata, el 04 de octubre de 1903, por lo que el párroco Valentín Paniagua fue acusado por motivar a los indígenas a que se revelaran en contra del estado, so pretexto de supuestos maltratos (en el Siglo, recorte sin fecha indicada). Los indígenas ocuparon los cerros aledaños y empezaron a lanzar piedras con el impulso de sus hondas provocando bajas considerables en los pobladores de Pomata. Algunos documentos hallados manifiestan que entre los indígenas convergieron Manuel Z. Camacho y los famosos hermanos Chambi (mensajeros de la provincia de Chucuito).
Una vez calmado el escenario bélico Telésforo Catacora (joven estudiante de San Carlos y creador de la Escuela de la Perfección) fue convocado como interprete para la comisión Maguiña. Del mismo modo fue nombrado como Sub-prefecto el Mayor Teodomiro Gutiérrez Cuevas. La interacción de estos personajes facilita el panorama ideológico en que se inició y concluyeron estos sucesos (a la consolidación de la Escuela de la Perfección y la Escuela Nueva 881 –ya que Encinas hacía de secretario de Catacora, la instauración de la Escuela de Utawilaya, y la rebelión de Rumi Maki / Teodomiro Gutiérrez Cuevas).
La naturaleza de estos sucesos refiere a un carácter de reivindicación y de reconocimiento como igual, es decir el surgimiento de un indigenismo legal, que permita las mismas oportunidades a los habitantes de estos referentes.
Gobernaba el país el presidente Don Manuel Candamo, quien a raíz de una queja que presentaron los indios de los ayllus del distrito de Santa Rosa de Juli quienes a través de su abogado el Dr. Santiago Giraldo lograron que se nombrara una comisión presidida por el Dr. Alejandro Maguiña con el objetivo que esta comisión se constituya en la provincia de Chucuito y emita un informe verás sobre los abusos que cometían el sub-prefecto Mariano Cuentas junto a otras autoridades. Cuando Maguiña llegó al pueblo de Juli tomó como intérprete a Telésforo Catacora y como apoderado de los indios al presbítero Valentín Paniagua. El doctor Maguiña recorrió la provincia de Chucuito y recogió abundante información sobre tales acontecimientos. Al redactar su informe explica: “que el indio de la provincia de Chucuito no goza de libertad de su persona, tampoco le tienen respeto a sus bienes”. Maguiña ya de regreso en Lima entregó dicho informe al presidente de la república, quien al enterarse de los sucesos de la provincia de Chucuito nombró, nueve meses después, como sub-prefecto de la provincia al Mayor de ejército Don Teodomiro Gutiérrez Cuevas, natural de cerro de Pasco.

Sobre lo cual Telésforo Catacora escribiría:

“(…) no tenemos que alarmarnos tanto. Bien saben ustedes que el señor Tovar es el todopoderoso de estas tierras, ahora bien ¿de qué se trata? Pues nada menos que de él. Estas acusaciones de los indios al ser atendidas á nadie dañan más que a Tovar, y dígase de paso, también a Romaña; pues, estos como nosotros explotan al indio ¡ah! Y en qué escala…dejemos estas cosas, que allá en Lima se arreglarán perfectamente. Verán U.U. entonces, que los mensajeros de Chucuito, los memoriales al presidente, los discursos de los diputados, la delegación de Maguiña no pasará de ser embrollos y nada más que embrollos (…)” (en “Ayes del Indio”)

La nueva autoridad llegó a Juli al finalizar el año 1903. En enero del año siguiente abolió todos los abusos y trabajos gratuitos que los indios prestaban a sus autoridades y vecinos de los pueblos de la provincia de Chucuito, lo que durante el Gobierno de Candamo fue aprobado; sin embargo luego de la muerte de este todo volvió a la normalidad, Gutiérrez Cuevas fue sacado de la Subprefectura.
El presidente de la república Don Manuel Candamo falleció en la ciudad de Arequipa el 7 de mayo de 1904. A este respecto Basadre dice lo siguiente:

“El presidente vino a Arequipa a tomar baños en el Balneario de Jesús. En esta ciudad se entrevistó con el segundo vicepresidente Don Serapio Calderón y firmaron los decretos en que Candamo entregaba el poder a Calderón, quien asumió el 22 de abril de 1904, en vista que el primer vicepresidente Lino Alarco había fallecido antes”.

Las autoridades de la provincia de Chucuito, ante el nuevo presidente, gestionaron del retiro del subprefecto Mayor Gutiérrez Cuevas. Las gestiones se hicieron a través de los representantes puneños en el Congreso, quienes servían únicamente a sus intereses, en virtud que la mayoría de ellos eran hacendados latifundistas. Las gestiones surtieron su efecto ordenándose desde Lima el retiro del sub-prefecto Gutiérrez. Inmediatamente los puestos de autoridades nuevamente fueron ocupados por los caciques de provincias, de ese modo los abusos se restablecieron:
“El mayor Teodomiro Gutiérrez Cuevas durante su corta actuación como sub-prefecto de la provincia de Chucuito había tomado contacto con los principales defensores de los indios entre éstos con el párroco del pueblo de Pomata Dr. Valentín Paniagua, quien desde el púlpito y aprovechando sus contactos con los indios de los ayllus en ocasión de las fiestas patronales predicaba su liberación esto precipitó una sublevación que estalló el día 04 de octubre de 1904, un día antes de la víspera de la fiesta de la Virgen del Rosario” (Luis Gallegos Arreola “Ukhanau” – Sublevación de Pomata).

Al amanecer del día cuatro, varios grupos de indios prendían fogatas en las cumbres de los cerros: Calvario, Apacheta, Chuwañani. Desde las cumbres de los cerros los indios soltaban enormes rocas que se detenían en las faldas del pueblo. Los vecinos alarmados trataron de comunicarse con el Sub-prefecto de la provincia de Chucuito.
Los alambres habían sido cortados, no había servicio de telegramas, por ello no pudieron dar cuenta sobre estos sucesos al dicho Sub-prefecto; sin embargo los pobladores habían de ingeniárselas para enviar al indio Nicolás Ticona, para que éste se confundiera con los lugareños y le lleve el recado al Subprefecto en Juli, este así lo hizo” (Luis Gallegos Arreola “Ukhanau” – Sublevación de Pomata).

Así el Sub-prefecto envió misivas al prefecto de Puno, al día siguiente se divisaba un vapor a toda máquina que se dirigía a Pomata, si bien es cierto no hubo enfrentamiento, los gendarmes capturaron a un número de sublevados, entre ellos a Cirilo Cordero, un indio excombatiente de la guerra con Chile, quien era supuestamente el que había dirigido la sublevación, pero los prisioneros hablaron y dijeron que había sido el Dr. Valentín Paniagua (sacerdote) quien era el autor intelectual de dicha sublevación. Al respecto manifiesta Luis Gallegos en su trabajo que: “en esta sublevación tomó también parte Manuel Zúñiga Camacho, mientras tanto a Paniagua se le abrió juicio sumario en Puno”.
El relato de Gallegos sobre este respecto es anecdótico:

“Pues habría el cura huido de la cárcel disfrazado de mujer, luego de golpear al gendarme que lo cuidaba. El cura habría dejado los hábitos y se habría establecido fuera del país por un tiempo (…)”.

La importancia de esta sublevación radica en la interacción de personajes como: Teodomiro Gutierrez Cuevas, Telésforo Catacora y Manuel Z. Camacho, la actuación de estos personajes en el desarrollo de los movimientos sociales y en el de la educación resulta de una importancia única (esto en aspectos como):

1.- En la concreción de la Escuela de Perfección en 1903, escuela para obreros e indígenas (dirigida por Telésforo Catacora y José Antonio Encinas).
2.- La escuela de Utawilaya en 1904, escuela para indígenas (auspiciada por Manuel Z. Camacho).
3.- La Escuela Nueva “881” en 1907, de orientación indigenista (dirigida por José Antonio Encinas, dada la vinculación entre Telésforo Catacora y Encinas durante períodos anteriores y su compañerismo en el Colegio Nacional de San Carlos y en la Normal de Varones de Lima).

4.- La Sublevación del Mayor Gutiérrez Cuevas en 1916 (empleando el seudónimo de Rumi Maki Kori Sonqo, sublevación de reivindicación indígena)


RUMI MAKI

El 20 de setiembre de 1913 “El Pueblo” de Arequipa publica una carta del comisionado del gobierno, Teodomiro Gutiérrez Cuevas, en la que se dice que el presidente le había encomendado investigar los sucesos acaecidos en la ciudad de Puno, “labor que iba a ser efectuada con imparcialidad y sin prejuicio alguno, motivado con el deseo del conocimiento exacto de los hechos y del modo más desapasionado posible”. En esta ocasión les había recordado su labor entre 1903 y 1904, período en el que había ocupado el cargo de sub-prefecto en Chucuito.
“Entre el 25 al 30 de setiembre, Gutiérrez Cuevas, hace su arribo a Juliaca, para después dirigirse a Samán, en donde los indígenas viven momentos de inmenso fervor y regocijo con la idea de que la presencia del comisionado acabaría con todas sus desgracias, sus lágrimas, y en fin, con todo su calvario. Entre los campesinos se distribuye una especie de manifiesto”, el mismo que ha sido hallado por Augusto Ramos Zambrano:

“Yo, Teodomiro Gutiérrez Cuevas, traigo el fervoroso saludo a este noble pueblo de Puno, en nombre del Señor Presidente de la República don Guillermo Billinghurst, de sus ministros de estado que lo acompañan y en el mío propio. Simultáneamente los ayllus de este departamento han enviado sus quejas al supremo mandatario. En esas quejas se afirma que hay descontento y malestar en estos lugares, y por ello el señor presidente Billinghurst, deseando el bienestar de todos, me ha enviado para ver de cerca, esclarecer sobre los hechos que se afirman, constatar el estado en que se hallan vuestros bienes y qué comportamiento observan con ustedes las autoridades. Muy difícil sería mi tarea si no contara con la colaboración de todos ustedes. Quiero que sepan que mi deseo es escucharlos, parcialmente, a todos, y por eso quiero que se aproximen a mi prudentemente, sin fomentar escándalos. El señor presidente estará feliz si todos ustedes con su trabajo y su benevolencia han de cooperar, a fin de que él pueda dictar disposiciones a favor de vuestro bienestar” (manifiesto a su llegada como comisionado del gobierno).

Para Teodomiro Gutiérrez Cuevas, la actuación como Sub-Prefecto fue vital, en 1915 protagoniza un nuevo levantamiento (después de 45 años del levantamiento de Juan Bustamante Dueñas):
“las revueltas, entre Yunguyo y Chucuito, permanecen endémicas entre 1896 y 1906. Las noticias de El Comercio de Lima de esta época así lo atestiguan. De nuevo esta zona demuestra ser polvorín indígena del altiplano; saqueos de casas de mistis, incendios de haciendas, agresiones contra gobernadores y curas son los hechos más frecuentes. Después de 1908 parece que se produce un reflujo de la rebeldía campesina en esta zona. En 1911 la violencia campesina vuelve de nuevo: en azángaro quinientos indígenas saquean la hacienda Cuturi y Tayahuati. La rebeldía continúa hasta el año siguiente. El hecho nuevo en este flujo de rebeldía de las masas indígenas es la localización geográfica: mientras las zonas aymaras del lago se mantienen en sosiego, la violencia surge en Azángaro, región quechua, la provincia de mayor concentración terrateniente y donde residían los gamonales más terribles de la región: José Angelino Lizares Quiñones y Bernardino Arias Echenique. Este último fue sindicado como el culpable de las masacres indígenas de 1913 en Samán, Caminaca, Achaya y Arapa. En estas circunstancias llega a Puno Teodomiro Gutiérrez Cuevas” (Burga y Flores, Ob. Cit. Pags 34-35).

Flores Galindo manifiesta que Gutiérrez Cuevas Puno era una región familiar debido a su actuación en la provincia de Chucuito entre los años 1903-1904 e impactado por los abusos de las que eran presa los campesinos inició una campaña pro indígena (tanto Flores como Burga manifiestan que no le fue difícil reactivar la organización que se había mantenido desde su creación con Bustamante Dueñas), los cambios empezaron a notarse y pronto los indígenas empezaron visitarlo en abrumadoras delegaciones y sus enemigos como Arias Echenique (entonces diputado) inician campañas de desprestigio ante la cámara de diputados, una vez derrocado Billingurst Gutiérrez es sacado del cargo, como cosnta en el diario de los debates Arias Echenique solicitó no sólo la destitución sino “sea sacado por completo del escalafón militar y encarcelado” por supuestos actos en contra del gobierno “como instigación a la sublevación de campesinos en contra del estado y de sus más altos intereses”, Gutiérrez escapa del país con destino a Bolivia y Argentina, retorna de incógnito para armar una sublevación para lo que identifica tres tareas (según Burga y Flores Galindo) a) reactivar la “rama” existente desde que Juan Bustamante la creó, b) organizar un ejército campesino, c) preparar un levantamiento en el domingo de carnavales de 1916, desgraciadamente los planes de Gutiérrez son delatados por indígenas infieles a la causa y se ve obligado a apresurar las acciones y a la cabeza de trescientos indios se lanza al ataque y toma la hacienda Atarani (de Alejandro Choquehuanca), La unión y San José (de Bernardino Arias Echenique), en la última es capturado y es conducido a Arequipa de donde se dice fugó se conoce la carta publicada en el diario “La Bolsa” de la ciudad mencionada. Esta sublevación no tuvo la organicidad ni la dimensión de la de Juan Bustamante Dueñas; sin embargo es la más importante de inicios del novecientos.

“hacia media noche del día 1º de diciembre de 1915, en una solitaria cabaña de la comunidad de Sátira, reunidos los sublevados reciben las últimas instrucciones impartidas en quechua por José María Turpo y luego al compás de tambores y pututos, lanzando gritos de protesta contra los hacendados, se encaminan al caserío de la hacienda Atarani, de propiedad de Alejandro Choquehuanca, donde se desbordan dedicándose al saqueo ante la atónita mirada del único empleado que allí encontraron, Lino Toro Solórzano. Abundante alcohol enlatado tomado por los indios los alteró de modo que algunos de ellos perdieron el control de los mismos. Donde estaba Rumi Maki en esos momentos para evitar que se embriagaran con el alcohol que siempre gusta al indio?. Enseguida se enrumban al caserío de la hacienda San José, pasando por otra llamada “La Unión”, sin darle mayor importancia. Serían las cuatro de la mañana del día 2 de diciembre, cuando un dinamitazo sirve como voz de alarma a los empleados que según unos dormían plácidamente, y según otros, esperaban armados hasta los dientes. Cerca de medio millar de campesinos, en medio de una gritería generalizada lograron ingresar al primer patio desde donde trataban de incendiar la casa-hacienda de Arias Echenique, mientras que presurosamente se introducían al almacen en busca del alcohol. Algunos. Algunos disparos y ondazos dirigidos a las otras habitaciones del segundo y tercer patio provenían de la pequeña montaña llamada Pucamocco. En una de las incursiones fue muerto el quipo Francisco Idme” (Ramos Zambrano, Ob. Cit).

Sobre la cantidad caídos (idígenas) en el ataque a “San José” no se conocen datos precisos ya que las fuentes difieren entre sí: “el informe del Juez de de primera instancia señala un número de 22 cadáveres que le fueron mostrados” (Ramos Zambrano. Ob. Cit.), “132 en la carta de Arias Echenique a Lizares Quiñones”, “el diario El Pueblo señala 20 víctimas” y “El Comercio de Lima hace un cálculo de 10 a 60”, “mientras que el Siglo da un dato oficial de 22 muertos”. Sin embargo estos sucesos fueron calificados por los hacendados como motivaciones vandálicas, no considerándose que se estuvo gestando entre 1903 hasta 1916 (por diversos estadios).
Sobre lo que Mariano Abarca Dueñas habría remitido un descargo fechado el 15 de marzo de 1916:
“preparada aquella sublevación desde que en el fatal hora vino el comisionado TGC, estalló por fin el día 06 de mayo atacando la población de Samán 6 000 sublevados, capitaneados por los precipitados cabecillas y al parecer organizados militarmente por algunos de sus uniformes y por los toques de corneta en el momento del ataque y estando muchos de ellos armados de rifles de precisión y revólveres” (Augusto Ramos Zambrano: en los andes 14 del 07 de 1976)

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