jueves, 3 de octubre de 2013

BIBLIOTECA PUNEÑA

Luis Pacho Poma En un hecho sui generis, la Universidad Nacional del Altiplano, acaba de editar la colección bibliográfica denominada Biblioteca puneña, con 50 libros de diversa temática. ¿A quién le debemos esta proeza, a decir del docente de la PUCP y crítico literario Ricardo Gonzáles Vigil? Desde luego que a la decisión política de su Rector, el Dr. Lucio Ávila Rojas, los Vice Rectores que lo secundan; y, la propuesta y perseverancia de José Luis Velásquez Garambel, respaldado por Jorge Flórez-Aybar. Hemos visto de cerca el trabajo del equipo que estuvo al frente, haciendo el trabajo del escaneado, digitación y diagramación. En un pequeño ambiente del sótano del edificio administrativo de la universidad de la Av. El Ejército, creo que apenas con dos o tres computadoras, scaners, rumas de libros y un entusiasmo a prueba de frío, sed y sueño. Ahora es preciso mencionarlos. Entre ellos, a su Presidente, el Prof. Jorge Flórez, al mismo José Luis, a Moises Bustincio Cahui, Henry Esteba Flores, Verónica Ancco Almonte y Yemira Maguiña. A quienes también va nuestro reconocimiento. Conocíamos los proyectos para la edición de libros, presentados por Omar Aramayo y José Luis Velázquez Garambel tanto al Gobierno Regional de Puno como al Municipio de Puno, con resultados infructuosos desde luego. Pero, los años han pasado, y en el camino hemos visto algunos esfuerzos, como es el caso de la Municipalidad provincial de Puno, que ha vertebrado la valiosa, aunque breve serie de los Munilibros. Sin embargo, es la Universidad Nacional del Altiplano, reiteramos, que, en un esfuerzo sin precedentes, ha editado estos 50 libros, además de más de una centena de otras publicaciones de investigación. Bien por la Universidad y bien por Puno. Aquí habría que hacer algo de historia. Desde hace muchos años atrás, fue el sector literario (especialmente, actores de las últimas generaciones), quienes propusieron la creación de un fondo editorial destinado a la edición de libros, no sólo de poesía o narrativa, sino también, libros de otras materias o para reeditar libros hito que ya no estaban en circulación. Desconocemos si el Rector de la UNA leyó u oyó este reclamo. Ahora bien, quizás esa confluencia de manifiestos en revistas, entrevistas o programas radiales de corte cultural, haya hecho que José Luis Velásquez Garambel diga generosamente, que la materialización de estos libros, es también producto de un reclamo generacional. De algún modo, creo que lo es. Al dar una mirada rápida a los títulos, vemos que la colección es rica y variada: literatura, historia, antropología, sociología, folklor, etc. Aquí están libros fundacionales, como la esperada edición facsimilar de El pez de oro de Gamaliel Churata, además de Resurrección de los muertos, del mismo autor. Figuran también libros como la crónica Visita a la provincia de Chucuito publicada en 1567 por Garci Diez de San Miguel; Monografía de Puno de Emilio Romero; Puno histórico de Alfonso Torres Luna; Cambios en Puno de Francois Bourricaud; Vocabulario de la lengua aimara de Ludovico Bertonio, publicada en 1612; Historia de Puno. Tomo I del investigador René Calsin Anco; la compilación efectuada por Pío Chambi bajo el título de Lingüística Regional Puneña; La Prensa en Puno de Henry Esteba Flores; el clásico estudio de la Educación en Puno de José Portugal Catacora; asimismo, Simón Bolívar en Puno y otros ensayos bolivarianos, Conflictos Aymaras, Sikus y Sikuris del Titiqaqa, Lanas y movimientos indígenas en Puno, entre otros. Esta colección compila también la importante producción poética de la vanguardia puneña de los años veinte del siglo pasado, entre ellos Carlos Oquendo de Amat, Alejandro Peralta, Emilio Armaza, Alberto Mostajo, Luis de Rodrigo y Emilio Vásquez, bajo el acertado título de La vanguardia puneña. Desde luego que hay un peso evidente por valorar la producción literaria de Puno. A lo señalado anteriormente, se suman la edición de los libros de escritores de las generaciones del 50, caso Dante Nava, de los 60’, 70’, 80’ y 90’. No pasan desaparecidos los libros de Luis Gallegos Arreola, Feliciano Padilla, Zelideth Chávez Cuentas, José Luis Ayala, Boris Espezúa, Alfredo Herrera; así como, de escritores de las últimas hornadas. En suma, este esfuerzo editorial prestigia a nuestra universidad, hará que las nuevas generaciones se nutran de ella; y, sobre todo, será una fortaleza para que nuestra universidad logre su anhelada acreditación. Por eso, es plausible el trabajo de la universidad por tomarse en serio el tema cultural. Basta mencionar los concursos de Estudiantinas y sicuris, a nivel de todas las escuelas profesionales, y el reconocimiento a los intelectuales y artistas puneños. Sin embargo, quiero llamar la atención respecto de dos aspectos puntuales. A fines de los noventa y principios de este siglo, desde la Oficina de Proyección Social de la UNA, se realizaba sostenidamente, año tras año, los Juegos Florales universitarios. Digo se realizaba, porque ahora está desaparecido. Una pena, porque este fue un espacio de incentivo a la creación poética, narrativa, pintura, música, etc., tanto a nivel de docentes y estudiantes. Las universidades más prestigiosas del país, sostienen fervorosamente estos eventos. ¿Por qué? La respuesta es obvia. Lo otro, es lo que aparentemente está a punto de ocurrir en Escuela Profesional de Educación. En una conversa amical con un docente de literatura me entero que a partir del próximo semestre, se eliminará del plan de estudios la cátedra de Literatura Regional. Otra pena. Ahora que nuestra literatura estaba camino a consolidarse desde la academia, vemos que el sable es esgrimido, lamentablemente, por algunos profesores de la misma facultad, carentes de reflexión y amor por Puno. O, ¿está ex profesamente dirigido para que determinadas personas no ingresen a ella como docentes? Vaya a saberse las “brillantes” razones que los llevan a tomar estas decisiones. El Rector, ¿puede hacer algo, en ambos casos? Tomado del diario Los Andes (18/08/2013)

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