sábado, 26 de septiembre de 2009

JOSÉ PANIAGUA NÚÑEZ: el poeta de la calle, el cigarro y la ternura

En la fotografía: Pío Chambi, Percy Zaga Bustinza, José Paniagua Núñez, Jovín Valdez Peñaranda y Boris Espezúa (foto, cortesía de Walter Paz Quispe Santos)


fotografía publicada en: http://www.punomagico.com/Escritor%20Jose%20Paniagua......



(Puno 1929). Poeta y Periodista, publico obras como:“Presencia de Lejanía”, Edit. Eco. Puno. (1962), “Tríptico Libertario”, “Tránsito del amor”, “Pequeña Biografía para un Gran Maestro”, “Fantasía del silencio”, Edit. Altiplano, Puno. (1996), destacó también con sus comentarios en el diario “Los Andes”. Tambien se cuenta entre sus obras “La ternura del Creyente” y “Puno en la Poesía Peruana”.
Gran amigo de Dante Nava y de todos aquellos poetas que hicieron tradiciónm poética en Puno, sin duda un exponente importante por su carisma y su constancia en la poesía de la Región.



BOHEMIADA

UNAS VECES
La calle sombría como el rostro de un muerto,
Las pupilas como bujías desvanecidas,
La cruz imprescindible de cuatro calles,
Y la tumba enlutada de la noche.
El viento, una oración muy triste,
Mis pasos latidos del silencio,
Mi sombra sin sombra, una esperanza,
Los árboles enigmáticos, centinelas callados.
El frío travieso buscando mis pulmones,
Mis ojos trajinando las sombras,
Los cerros lejanos repicando misterios,
Y mi vida atisbando un verso nocturno.

Otras veces,
La música danzando con mis tímpanos,
La mesa cansada de mis codos,
El espacio aburrido con mis palabras,
Las paredes arrojando mis miradas.

Los cigarrillos mordiendo mi garganta,
Las copas suspirando recuerdos,
Mis manos estrangulando la vida,
Mis penas mojadas de licor.

El café respirando el fondo de las cosas,
Los amigos recordando alguna amada,
Los labios humedecidos de consuelo,
Y el espíritu tranquilo en su festín.

Siempre,
Cuatro paredes aburridas con mi presencia,
La ventanilla que me alcanza un pedazo de cielo,
Una mesa bordada con mis poemas,
Una silleta crujiendo su fatiga.

Una cama con la rima de mis sueños,
Una mesa de noche preguntando del día,
Un cenicero con la escoria del ayer,
Un reloj imperativo que me bota a la calle,

Mis libros, camaradas del Universo,
Mis papeles arrugados de dulces fantasías,
Mis periódicos enjugando los hechos,
Y mi vida tambaleando en la nada de la vida.
EN LA CALLE


Las calles y yo conversamos
Sobre el viejo trajinar del día
Que se mece en las miradas.
Somos un beso furtivo
Chispeando con la energía eléctrica,
Y el temblor de nuestros labios

Que se incendian de amor.
Somos una sombra alargada
Sobre el perfil del tiempo
Que aún tiene mis sonrisas de niño
Mis lágrimas de adulto.

Cuando vamos de la mano
La calle y yo somos dos escolares
Que abrazamos las noches
Y golpeamos las madrugadas.

La calle y yo, dos almas sin norte
En algún puerto remoto,
Las palabras se mecen tercamente
Como barcos sin rumbo
Con los brazos del viento.

Yo y la calle, diálogo sin respuesta
Mientras pasa por nosotros raudamente
La niñez, la juventud, mis sueños.

La calle transpira cada instante
La vida del vecindario.

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