domingo, 20 de septiembre de 2009

ROMANCE DE LAS NIÑAS BLANCA Y MORENA




A continuación se presenta una de las obras más representativas de don Alfredo Macedo Arguedas, un maestro que empleo el teatro para desarrollar sensibilidad humana en Puno, se trata d euna obra rescatada y que generará estudios en torno al teatro puneño.


POR:
Alfredo Macedo Arguedas


Fantasía en 2 Actos.

Personajes

- Blanca - El Gnomo Hablador
- Morena - El Mago Barbudo
- Gaviota - Otros Gnomos.
- La Mañana - Dos Rosas Plateadas.

La acción es unos grados de ensueño. Brilla el césped. Manantiales cantarinos se distinguen al fondo exornados de espeso follage. Árboles gigantescos forman como una portada. Hay profusión de raras plantas i de hermosas flores. El sol acaba de aparecer. Ingresa Morena, toda compungida.

I

Mor. Ay, qué pesar!
Perderse mi hermana; mi hermanita Blanca.

(Se cubre la cara con las manos. Clama).

¿A quién preguntas?
¿Qué rumbo tomar?
Ay, qué pesar!
Perderse mi hermana, mi hermanita Blanca.

Pero, volveré a llamar:
Blanca!
Blanquita!

(Silencio)

Oh! Ni el Eco responde.
¿Estará encantada esta pradera?

(Observa con temor en varias direcciones).

Ah, ya sé!
Estos son los dominios del Hada Mañana.
Pues, la invocaré.
Mañanita lindaaaa!
Hermosa Mañana de color azuuul!

(Ronco ruido se produce, fortísimo, al que sigue encantadora melodía. Morena se sobrecoge. A poco, según se apaga la música, se oye hablar al Hada Mañana con maravillosa voz).

Mañ. Te escucho, pequeña.
¿A qué has venido i quién eres tú?

Mor. Novia de la aurora, amor del jazmín; linda mañanita de suave frescor: yo soy Morena; soy Morena, la niña, que a pedirte vengo con el corazón busques en el prado, busques en el monte, a Blanca mi hermana, que ayer se perdió.

Mañ. Aaaaahhhh!

Mor. Era mi hermanita pura cual el agua, cual el agua clara de aquel manantía.
Con ella mi casa era como el sol.

Mañ. ¿Tú casa, pequeña, también se perdió?.

Mor. De perderse, no.
Mas desde aquel día …. tan triste ha quedado que vale decir que sí se extravió.

Mañ. Aaaahhh!
¿I, dime, Morena, solamente tú i Blanca, tu hermanita vivían allá?

Mor. Vivíamos ella, mi hermana; mi madre, la santa i su hija Morena que me digo yo.

Mañ. Aaaaahhhh!

Mor. A la escuela siempre, muy juntas i alegres, íbamos las dos; i nuestra maestra, Rosita – la buena, ¡cómo nos quería, con qué efusión!
Hoy ella la extraña; solloza en mi casa mi madre, la santa, i … sollozo yo.

Mañ. ¿Cómo tu hermanita desapareció?

Mor. Te lo diré todo, linda Mañana –de principio a fin.
Saben que, un pillo i granuja, a quien por jugar, el Niño Gaviota, solemos llamar disputando terco sobre una muñeca a mi hermana Blanca me la hizo llorar.

Mañ. ¡Qué niño aniñado el niño Gaviota, que sobre una muñeca se puso a embromar!
Bien. ¿Qué más sucedió?

Mor. La hermosa muñeca, entre mano i mano, con tanto estirón deshecha i feota en el suelo quedó.
Mi hermanita, entonces, ahogándose en llanto mientras el Gaviota malvado reía como por encanto desapareció.

(Solloza otra vez).

Mañ. Calma ya, pequeña.

Mor. Apenas perdida de Blanca volamos en pos.
Rosa, la maestra, fue con otros niños a revolver la ciudad.
Yo, de un salto tremendo, me puse en casita.
Pero, allí … tan sólo a mamita encontré.
Busca que te busca seguí por vegas i campos por bosques i chozas, llegando hasta aquí.
I todo por una cara dura; zarramplín, taimado; cabeza de escoba, nariz de aserrín.

(Zapatea).

Entra Gaviota cabalgando un palo. Todo él desaliñado.

Gav. Hola, niña embustera…
¿Con que a malquistarme aquí hasta los prados, con tu traje prestado, había venido, noooo?
con que esa tu lengua de cotorra vieja, a insultar a Pío –que es niño decente- había salido, noooo?

Mor. Mañanita hermosa: mira cómo arguye esta Gaviota ocioso!
Desvirtuar pretende su pésima hazaña.
¿Habrá otro mocoso más suelto de huesos para la cizaña?

Gav. (Ridiculizando)
¡Pero, truenos i relámpagos!
¿A qué “mañanita” hablas tú, mi niña, con la cara sucia que la cree limpia?
¿Estás caducando o fantasmas viendo?
Ja! Ja!, Ja!

Mor. El Hada Mañana escucha a quien le habla con el corazón; a quien aquí trae clara la conciencia, rosa la ilusión.

Gav. Ja!, ja!, ja!
¡Qué ¡Hada Mañana!, ni qué sarampión!
¿Me crees un bobo o soy maniquí?
Yo no veo a nadie, bicoca, si no es a ti!
(Observa en toda dirección)
Yo no escucho otra voz que mi recia voz.
¿Si no estarás loca?

Mor. Pedazo de Gaviota, no me hagas rabiar!
Por culpa muy tuya mi hermanita Blanca no sé dónde está.

Gav. No soy yo Gaviota, so chica porcina!
Soy Pío La Fuente, gallardo, pómpate!
¿Lo vas a negar?

Mor. Ja!, ja!, ja!.
“Gallardo i pimpante”
Ja!, ja!, ja!.
Si jamás te lavas, si nunca te peinas, ¿cómo puede ser?

Gav. En cuanto a Blanca, sabe tú que es, a más de caprichosa, una… una cualquier cosa!
I sabe, también, que a Pío, plantado lo quiso dejar.

Mor. ¡Hooooola!
¿Con qué ésa la causa bien cierta, i no la muñeca, eeehhh?
¡So pícaro, qué risa me das!
Pues, sabe, reverendo Gaviota, que eres un… tonto perfecto, un taimado e idiota!.
Mi Blanca hermanita tiene dos luceros en vez de dos ojos; mi Blanca hermanita lleva en su boca de gentil granada el vivo carmín.
Así, ¿cómo en ti podría pensar?

Ja!, ja!, ja!.

Gav. (Agresivo)
Me sacas de quicio, porota insolente!

Mor. (Huyendo).
¡A mí, Mañanita, a mí!

Gav. ¡Todas las costillas te voy a templar!.

Mañ. No toques a Morena, si gallardo, pimpante, has de parecer!

Gav. (Estupefacto deja de perseguir a Morena).
¡Oh! ¿Quién fue?
¿De dónde esa voz salió?
¡Oh! Me confundo…

(Morena ríe)

Mañ. Esta niña buena a su hermanita, la bella Blanquita, busca sin césar.

Gav. Pero, ¿eres el demonio o quien eres tú, que no veo yo?.

Mañ. No me temas. Pío.
Tu alma es excelente. Sólo si … rebelde eres i … un poco travieso; i otro poco, quizá, otro poco… haragán.

Gav. Pero, ¿dónde estás? Como no te veo en mi derredor?

Mañ. No tienes fe en mí.

Gav. (Desdeñoso).
Phsss! Qué voy a tenerla si en sólo palabras te quieres mostrar!

Mañ. Pues, ahora verás.
(Se reproduce el ruido ronco i fuerte, más la sinfonía. Al final, i en tanto Gaviota es nuevamente presa del pavor, -ante la risa alegre de Morena, se corporiza, hermosísima, el Hada Mañana).

¿Me recocéis?
(Ambos niños, maravillados, no atinan sino a posternarse)

Levantaos, hijitos míos.

Mor. ¿Encontrarás a Blanca, preciosa Mañana?

Mañ. Si Pio, cuanto decente es, nos quiere ayudar.

Gav. (Con suficiencia, ya repuesto del pavor).
No estoy para brujerías.
Me voy a mi casa.

(Huye cabalgando su palo. El Hada festeja).

Mor. Eres torpe i caradura, Gaviota!.

Mañ. No le insultes, pequeña.
Pío entrará, luego, en razones.
Mientas, anda, vuelve a tu casita…
Te citaré muy pronto a una reunión; i no temas ya por Blanca, tu hermana.

Mor. ¿Está ella segura?

Mañ. Duerme cada día sobre el lomo dorado de un hongo gigante, allá en los dominios del Mago Barbudo.
Los gnomos guardianes custodian sus sueños.

Mor. ¿Posible será tanta maravilla?

Mañ. Para ella no lo es. Sola, sin los suyos, invoca a su madre, invoca a Morena.

Mor. Oh, mi hermanita Blanca!.

(Otra vez el ruido i la sinfonía. Se inclinan los árboles, reverentes, i ambos personajes desaparecen entre destellos).


TELÓN


II

Esta acción en un bosque mágico. La luna plena derrama su plateada luz a raudales.

Aparecen, Blanca –de rara hermosura, cabello dorado- sentada sobre un hongo enorme, en actitud somnolienta. A sus pies- varios gnomos la custodian, armados con espadas de mimbre. La niña, luego de desperezarse, entabla conversación con el Gnomo Hablador, que se pasea delante.

Blc. ¡Qué infausto destino!
Estar prisionera en este lugar, sobre un hongo gigante- del que no pudo bajar.
I sólo porque del capricho me dejé llevar.

Gmo. No te quejes, deliciosa niña.
¿Acaso la China Celeste del Gran Mandarín, el blanco elefante de un Príncipe hindú, la gigante esfinge del Rey Faraón- en tu fantasía no quisiste ver?

Blc. Verdaderamente, amiguito Gnomo.
Es verdad, también, que desairé a Gaviota; que furiosa me puse en vez de reír; que destrocé mi muñeca; que fugué de mi escuela; que dejé mi hogar.

Gmo. I que hasta reinos azules, por tierras sin par, devorando llanos, monte i praderas- huiste alocada, pensando, nada más que en ti.

Blc. Te sobra razón.
Pero, hoy colmados mis sueños, cansada del viaje, añora a mi madre, extraño a Morena, ansío volver a mi lindo hogar.

(Solloza).

Gmo. Eso… se está por saber.

Blc. Ay qué será de mi!
¿Tornaré a mirarme en las pupilas negras de mi madrecita?
¿Volveré a jugar con mi hermanita?

Gmo. No decaigas, Blanca.
Si frenas tus modos, si impulsiva no eres, podrás regresar.

Blc. ¿De veras lo dices?

Gmo. Lo puedo afirmar.

Blc. ¿Pero, Gaviota, el granuja, -orondo, impávido se habrá de quedar?

Gmo. La venganza, niña, es otro defecto; más aún en quién, como tú, tiene blanca el alma y su nombre muy blanco también.

Blc. Es cierto.
Te sobra razón.
(Medita. Luego, fastidiada).
Pero, dime, ¿hasta cuándo en el bosque me habrán de tener?
¿Qué es lo que anhela el Mago Barbudo, de su prisionera?

Gmo. Paciencia, mi niña.
No hables así.

Blc. (Acaloradamente).
¡Se acabó mi paciencia!
¿No la he tenido ya, cien horas, sin chistar?

Gmo. Cien horas de goces has tenido, -además.
Por consiguiente ¿justo te parece vivir i gozar, pedir i obtener, sin que de tu parte hubiera qué dar?
¡Bah! ¡Bah!
Por último, recuerda que por tu locura viniste tú aquí.

Blc. (Dulcemente).
Si amiguito Gnomo.
Yo vine tan sólo por mi voluntad…
Pero, ¿qué debo hacer?
¡Son soles i más soles, es noche tras noche, lo que llevo aquí, sobre el hongo gigante, sin poder bajar!.
Ni siquiera como, ni siquiera bebo, i al puro rocío estoy atenida.

Gmo. Debes esperar.
Tan presto se apague la luna i salga radiante el sol paternal – el duelo del bosque, el Mago Barbudo, pariente cercano del Hada Mañana, te hará regresar.

Blc. Oh… Tendré que esperar.
(Vuelve a dormirse. Deliciosa música se deja escuchar. Nuevos gnomos, vestidos de vivo amarillo, relevan, danzando, a los anteriores. La luna se oculta pausadamente tras las elevadas frondas. La brisa mueve la tupida vegetación, i amanece. De repente, con los primeros rayos solares, aparece una comitiva rutilante; el Mago Barbudo seguido de enanos trajeados de verde, por un lado; por el otro lado, el Hada Mañana con dos Rosas vestidas de plata – que conducen los vapores sedosos de su ropa. Mago i Hada se reverencian. En seguida, el Mago, toca el hongo con su cetro i lo pone a ras del suelo. Blanca despierta muy sorprendido; no atina a expresarse).

Mgo. No temas ya, buena niñita.
Presto, muy presto te has de ir.
Pues, Hada Mañana, ante los ruegos de tu hermanita, me lo ha pedido.
Más, ojalá del Gnomo Hablador recuerdas las advertencias.

Blc. Las recordaré, cual generoso eres, - Mago Barbudo.
(Le besa la barba).

Mgo. (Alude a la Mañana)
A ella agradece tu libertad.

Blc. Gracias, Diosa de la Mañana.
(Le besa una mejilla)
¿Puedo partir?

Mañ. Aguarda, aún. (Llama).
Morena! Pío la Fuente!
Venid acá!.

Blc. ¿Es a mi hermanita a quien llamas tú?

Mañ. A la niña Morena que es gracia y virtud, i al travieso Gaviota, que es tu amigo también.

Blc. ¿A Gaviota?

Mañ. No te asombres. Mira!
(Entran Morena i Pío, cogidos de la mano. El con su palo infaltable, sonriente i feliz).

Mor. ¡Hermanita Blanca!

Blc. ¡Mi bella Morena!
(Se unen en estrecho abrazo. En tal instante se reproducen el ruido i la sinfonía habituales, al tiempo que los personajes ficticios desaparecen entre humaredas de colores i risas estrepitosas. Gaviota, estupefacto, ofrece su “caballo” a las niñas).

Gav. ¡Vamos, regresemos en mi corcel!

Telón rápido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario