Juan Luis Cáceres Monroy
Tengo en mis manos “Pakasqa Takyniykuna” con el subtítulo de “Mis Cantos Ocultos” que Feliciano Padilla nos presenta. Es un hermoso poemario escrito en quechua por su autor y traducido al Castellano por José Luis Velásquez Garambel. Son poemas escritos en Runa Simi, llenos de sentimiento en el que el poeta expresa con gran ternura sus vivencias andinas, lo íntimo de los pueblos que lo vieron crecer y vivir entre quienes habitamos el espinazo de los Andes y compartimos con nuestros Apus el rico y vigoroso mundo que nos rodea. Entre colinas y lagos nos hemos acercado a Dios, al mundo y al hombre, compartiendo con ellos nuestras vivencias y dialogando con el corazón entre todos.
El libro muestra el nivel de dominio que tiene Padilla de este idioma nativo del Perú: el quechua, escribiendo con rigurosidad en el nuevo sistema creado para esta lengua, que originariamente sólo fue oral. No podía ser de otra manera, ya que Padilla estudió este sistema en la maestría de Lingüística Andina y Educación con grandes maestros como Cerrón Palomino y otros. Además, el dominio del idioma lo adquirió de niño, casi como lengua materna, en Abancay donde aprendió a querer, a mirar el mundo, la vida y el hombre con espíritu andino, en una convivencia entre lo hispano y lo indio.
Por lo tanto, el libro es una expresión andina de la cultura, en el que Padilla abre su corazón y expresa con un elocuente uso del quechua los sentimientos del hombre que vive en los Andes, compartiendo con su entorno las experiencias del diario vivir e intercambiando sentimientos y acciones.
Por esto, “Haykurina” expresa lo que hace todo andino: una introducción pidiendo permiso a los dioses, al mundo y a los hombres para iniciar cualquier obra cuya grandeza trascienda. Invoca a los a los Apus y dice: “Unanchaykuwallayku (dadnos su bendición), y, luego de seguir invocándolos como señores, exclama Amachaykuwallayku (dadnos su protección), luego hace referencia a los hombres, vivos y muertos para ofrecernos su canto. En este poema lo andino sale a flor y se deja escuchar en la voz del poeta.
El corazón del poeta se abre y nos muestra su grandeza y fidelidad, en cantos de amor que expresan puro sentimiento, como en “Qhachquyta Kichariqtinku” (Cuando Abran mi Pecho) “Cuando abran mi pecho,/ al fondo de mi corazón/ sólo encontrarán tu nombre// Cuando sajen mi cabeza/ grabado en mi cerebro/ sólo tu rostro encontrarán.// Abriendo el fondo de mis pupilas/ por haberme mirado tanto,/ encontrarán tus ojos”(PADILLA:13). Todos los cantos de amor muestran gran ternura y explotan la riqueza expresiva del quechua, en este sentido. Explotan lo expresivo que tiene en el uso de morfemas marca que expresan sentimiento (cha, y, ni, etc.) cuya traducción al castellano es muy difícil. Estos cantos se inspiran en los harawis prehispánicos.
Algunos poemas se inspiran en personajes nativos como el balsero o el indio, a semejanza de la corriente indigenista., en ellos la intención es reivindicar a la cultura y expresar admiración por ella. En “Walsiru Maykamaraqmi Rinki” se hace una apología del balsero, cuya cabeza es la del cernícalo pues como él divisa desde lejos, lo que le posibilita desplazarse dentro y fuera del mundo, sufriendo y gozando con el mundo: “Nadie sabe de tus sufrimientos/ en el lago titiqaqa/ Nadie sabe que tu llanto/ hace crecer al lago” Estos poemas tienen la comunión con el mundo en torno, porque el hombre participa de su vida con el paisaje, con la tierra.
Del alma quechua surgen los poemas que aluden al paisaje y a la vida, a la naturaleza. Tienen el aliento de los Wakatakis quechuas. Los referidos a los animales aprueban o desaprueban la conducta de los animales y sus defectos o virtudes tienen que ver con la conducta del hombre. La libélula es mensajera de los hombres, su presencia augura noticias desconocidas, premoniciones o penas cuya distancia se aleja más con el tiempo: “Libélula, libelulita mía,/ ya no rondas mi casa/ Antes, sin embargo,/ desde mi puerta con tu lindo rostro/ me mirabas dulcemente” El zorrino asqueroso, anuncia males, desgracias, penas, por lo que el poeta, también le desea males, en una expresión típica de la reciprocidad andina: “Cuando camines por el cerro,/ el zorro o el puma/ te maten cortando el cuello”.
La tierra y sus frutos, son motivo de canto. En este caso es alabanza a la pacha mama y al trabajo del hombre. El poeta asume su carácter andino y valora lo que produce la tierra, lo que es propio de la sierra peruana que ha servido para que los hombres vivan. En Papa Sagrada, se enorgullece de su origen andino y sagrado, de la interacción entre el hombre y el producto, asumiendo una actitud de protección y suplicándole que no desaparezca, arguyendo que los hombres quieren convertirla en bioenergía, arrebatándola de las bocas humanas para convertirla en alimento de carros y aviones. Apela a los dioses tutelares para que la defienda, ofreciendo la vida a cambio de su permanencia en el mundo: “Sagrada papa mía,/ si deseas yo te daré mi vida;/ mejor calma tu sed con mi sangre/ pero que la papa no me deje/ ¡Sagrada papa, no me abandones!”(Veláquez traducción:en Op cit:92)
La obra es una revaloración del quechua, porque en ella se muestra la gran calidad expresiva de esta lengua. Su lectura nos muestra el inmenso valor de esta lengua cuya estructura permite una sonoridad armoniosa, en cuyo ritmo y melodía se encuentra el alma. En este caso un alma grande: El alma andina de Feliciano Padilla. Felicitaciones.
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