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miércoles, 26 de agosto de 2009
Origen de la Diablada en el altiplano del Collao
Enrique Cuentas Ormachea
Según anota el P. Rubén Vargas Ugarte en su “Historia del Culto de María en Iberoamérica”, desde e 2 de febrero de 1583. La Virgen de la Candelaria asentó sus reales en la zona del Collao y comarcas colindantes, extendiéndose rápidamente la fama de sus milagros.
No debe olvidarse la similitud que existe entre Puno y las zonas de Oruro y Potosí cerca de Puno se halla el yacimiento minero de Laycacota, que durante el siglo XVII compitió en fama con el Potosí. Es lógico por tanto la similitud económica y cultural, y la difusión de manifestaciones como “La Diablada”.
Según versión del Dr. Ricardo Arbulú, los antecedentes de esa danza se remontan al siglo XVI, estando relacionada a la tarea de catequización que los Jesuitas realizaban desde Juli, ciudad tan importante en esta labor que fue denominada la “Roma de Indias”.
El P. Diego Gonzáles Holguín - autor de “Arte de la Lengua Aymara” y “Vocabulario General del Perú” - dando cuenta a su Provincial de la labor que desarrollaban los misioneros en Juli hizo referencia de cómo, explotando la inclinación de los nativos hacia el canto y la danza, los misioneros les habían enseñado una en que se representaban los Siete Pecados Capitales y el triunfo de los ángeles sobre los demonios. Por lo que se considera que el origen de la danza se hallará en el Perú, en esa época y lugar. Según consigna Fortún, la danza de los diablos “Tiene en España dos aspectos, uno pantomímico de lucha entre las fuerzas del mal y del bien y otro en forma dialogada en que interviene la tentación”, definitivamente es una manifestación del m omento en que los indígenas eran sometidos al proceso de cristianización y en el que sus demás rituales eran castigados por la extirpación de idoloatrías. Asimismo encuentra similitud reminiscente entre el “Ball des diables” de Cataluña y los siete pecados capitales del folklore histórico de España.
Si bien “La Diablada” se presenta con similitudes tanto en la zona occidental de Bolivia (Oruro, Cochabamba, Potosí y la Paz), como en la zona Aymara de Puno, en el Perú la danza tiene un área de difusión más amplia, aunque con diferentes características. En Centro América, Guatemala, tiene una danza muy parecida, según referencia del Lic. Celso A. Lara, aunque relacionándola con origen maya. En Perú existe a danza de los diablos en Lima; de Diablitos en Piura; de los Diablos en Cajabamba (Cajamarca) y según un calendario folklórico del Cuzco, publicado por el folklorólogo Víctor Navarro del Águila, hay danza de diablos en Ancash (Chiquián) y en el Cusco (Acomayo y Paucartambo) además de Puno, presentándose con el nombre de Saqras en la provincia de Calca del departamento del Cuzco.
Como hemos anotado, estas danzas difieren en coreografía y vestuario de la “Diabladas” de Bolivia y Puno. J. E. Fortún ha realizado una valiosa catalogación de lugares y fechas en que se presenta la “Diablada” boliviana; en el Perú lastimosamente ni los académicos, ni el gobierno han prestado atención a las manifestaciones culturales del pueblo.
En el departamento de Puno, la “Diablada” se presenta en Puno, Chucuito, Huancané, San Román. En la octava de la festividad de la Virgen de la Candelaria, el domingo siguiente al 2 de febrero, la Federación Folklórica Departamental organiza un concurso al que se presentan varios conjuntos de Diablada; cada uno esta integrado por 60 hasta 100 bailarines quienes desarrollan una variada coreografía que año tras año se enriquece con nuevas “figuras” y desplazamientos.
Sin alcanzar similar fastuosidad ni la intervención de tan alto número de danzantes, se presentan conjuntos de diablada en Ilave, el 29 de setiembre, durante la fiesta de San Miguel; en Juli, el 8 de diciembre, en la fiesta de la Inmaculada; en Pomata, con motivo de la festividad de la Virgen del Rosario, en octubre. También se celebra en Yunguyo, el 4 de octubre, para la conmemoración de Tata Pancho (San Francisco de Asis).
En Rosospata, provincia de Huancané, se presenta cada 22 de agosto. Esta fiesta ha declinado en los últimos años. En la capital de la provincia de San Román, Juliaca, se presentan conjuntos de diablos el “Domingo de Tentación”.
De lo expuesto se concluye que en el altiplano collavino la danza se desarrolla con mayor intensidad. Sin embargo se conocen zonas alejadas donde se presentan esporádicamente.
Pero en la zona minera la tradición y leyenda de la danza adquieren mayor significación y matices más expresivos. Ello se debe a que la mentalidad popular, mestiza e indígena, relacionó el concepto de diablo al “Titula” o “Tío” (ya por una hibridización o simbiosis religiosa) quién, en el imaginario popular, es personaje que habita en las entrañas de la tierra, siendo señor y dueño de los ricos filones de metales preciosos que esconde la cordillera (se le conoce también como chullchuqui o muqui). Puede deberse a esto la magnificencia del traje que usan los personajes de esta danza. Como dice Fortún: “El minero que todo el año vive en el interior de la montaña, subyugado por el poder legendario de este ser del averno (Tío), en ocasión de la festividad de la Virgen del Socavón, se identifica con el personaje a quien reverencia todo el año… como un desagravio a los poderes celestiales por el culto supersticioso que ha profesado en los lúgubres socavones, se apresta a realizar un vasallaje mimético de este ser infernal hacia la Reyna de los Cielos”. “Es una de las formas cómo el sencillo hombre del Ande rinde su homenaje a la Virgen de la Candelaria”.
Diversas leyendas y tradiciones relacionan la danza de diablos con el culto a la Virgen del Socavón o Virgen de los Mineros, conocida también como Virgen de la Candelaria, creando el personaje del diablo que danza para que la Reina del Cielo le conceda el perdón por sus maleficios, en las que se notan sus vínculos innegables con el imaginario religioso, y a la acción catequizadora que la iglesia desarrolló en esta parte del continente.
Según relato anónimo, recopilado en La Paz, a mediados del siglo XVII ocurrió un derrumbe en una mina de Oruro. En el que quedaron atrapados un grupo de mineros quienes iban agonizando lentamente sin esperanza de salvación. El diablo se presentó intentando arrebatarles el alma, pero uno de ellos recordó que en un bolsillo portaba una estampa de la Virgen de la Candelaria. El y sus compañeros la invocaron fervorosamente. Y cuando terminaron de orar ¡oh sorpresa! Por encima de ellos se abrió un boquete, penetrando el aire y la luz. Desde entonces rindieron culto a la Virgen danzando con trajes parecidos a los que vestía el Señor del Averno.
Otra versión relaciona el origen de La Diablada con un bandido llamado Chiru-Chiru. Sobre el particular hay dos leyendas una recogida por la puneña Alfonsina Barrionuevo en su obra “Los dioses de la lluvia”, y otra tomada de una Novena a la Virgen del Socavón por el presbitero Emeterio Villarroel, impresa en Oruro en Agosto de 1908, inserta en “La Danza de los Diablos” de Julia E. Fortún. Bajo el título “Nuestra Señora de la Candela” dice A. Barrionuevo: “Por la noche caminaba Chiru-Chiru. Ella le abrigaba con su poncho sin estrellas. Él se miró en sus ojos brillantes y resbalo por su herida un puñal tinto en sangre, el mismo que asomaba por su espalda. Cien pasos atrás lo seguían implacablemente sus perseguidores sin perderlo de vista. Inútilmente quiso ocultarlo en su costado negro de sombras. Ellos traían antorchas y en un momento se sintió desnuda.- Lobo entre los hombres, Chiru-Chiru llegó hasta la cueva del cerro Pie del Callo, que era su guarida. No sintió miedo de morir. Había vivido heroicamente en las montañas, robando a los ricos para repartir, después, su botín generosamente a los pobres, que lo bendecían.- El bandido se sumergió en la negrura de la cueva, acezando fatigosamente, mientras su corazón galopaba como un potro salvaje. Dos chispas arrancadas por su mano temblorosa prendieron las velas de la Virgen, su patrona. La imagen se fue acercando a sus pupilas y las vio borrosamente en el muro donde estaba rústicamente pintada. Antes de caer, urgido por la agonía, entendió su sonrisa de perdón que le abría las puertas del cielo.- Su alma escapó en un suspiro y los carabineros que se apresuraban a capturarlo, se detuvieron. Las llamas crecieron y saltaron a sus pies, titilando asustadas. El extraño fenómeno los paralizó por completo y se frotaban los ojos creyendo que soñaban. Todo les pereció una pesadilla. La noche hosca y silenciosa. El fuego estalló adquiriendo la relumbrante forma de una criatura fantástica de oro, plata y pedrería; la figura diabólica comenzó a danzar ¡Era Lucifer que llegaba a disputarles su presa! Espantados quisieron retroceder, salir de allí, pero su propio temor los clavó en tierra y se quedaron para asistir a la danza fabulosa alrededor del cuerpo del bandido. La cueva se fue iluminando sucesivamente de verdes llameantes, rojos explosivos, amarillos subidos, violetas incandescentes, mientras el diablo evolucionaba, unas veces lentamente, como si no se moviera, otras con tanta rapidez que se convertía en una ráfaga de luces.
Su figura se distorsionaba, adoptaba extrañas formas, se reducía o aumentaba de tamaño, o se disgregaba como si algo la rompiera en mil pedazos. Su mágica presencia enloquecía. Inmóviles los carabineros sentían latir sus sienes, hincharse sus venas, ahogar su respiración, ya estaban próximos al desmayo cuando un arcángel de alas lunares, transparentes, hizo resplandecer su espada, defendiéndolo al caído, mientras el diablo se esfumaba en una nube de colores.- Al conocerse la noticia, los protegidos de Chiru-chiru tomaron como patrona a la Virgen del bandido, la Señora del Socavón, llamándola la Candelaria, por haber defendido con candela al romántico bandido. La extraña danza del diablo y la aparición del arcángel fue representada con el tiempo por los ricos mineros de Oruro y poco a poco se fueron multiplicando los personajes hasta convertirse en grupos de cincuenta a ochenta bailarines”.
En la versión de la Novena a la Virgen del Socavón del presbítero Emeterio Villarroel se hace referencia al bandido Nina-Nina, cuyo nombre era Anselmo Belarmino, quién para pagar sus culpas por los latrocinios que cometía, oraba ante una imagen de la Virgen de la Candelaria pintada en la pared de un solar semiderruído, cerca de Puno, donde se refugiaba después de sus fechorías.
Nina-Nina se enamoró de una hija de Sebastián Choquiano. La joven era de regular situación económica y muy bello físico. El bandido la raptó, mas fue sorprendido en la huída por Choquiano quien logró herirlo gravemente. Sin embargo logró reemprender la carrera, acompañado de su amada. Posteriormente, Lorenza se presentó vestida de negro en el Hospicio. Auxiliaba, llevando del brazo, a un joven desfalleciente que solicitaba un confesor. El párroco de Oruro, don Carlos Borromeo Mantilla, recibió la confesión del paciente. Este declaró devoto de la Virgen de la candelaria y se identificó como Anselmo Belarmino, a quien llamaban “Nina-Nina”. El joven afirmó que sólo el auxilio de la Virgen le había permitido sobrevivir a la grave herida, permitiéndole arrepentirse ante un confesor.
Otra leyenda relacionada con el bandido”Chiru-Chiru” es relatada por José Víctor Zaconeta. Dice que el bandido asaltó a un trabajador de modesta condición económica, pese a la advertencia de la Virgen de la Candelaria que le había prohibido robar a los pobres. Descubierto durante el latrocinio, un pariente de la víctima acudió en su auxilio y propinó una fuerte puñalada al agresor. Malamente herido, el bandido logró arrastrarse hasta la covacha en que vivía, donde falleció sosteniendo una estampa de la Virgen. Tres días después fue hallado el cadáver al pie de una gran imagen de esa Virgen, en que se había convertido la pequeña estampa.
Según Alfonsina Barrionuevo hay una versión, procedente de Oruro (Bolivia), que es muy interesante porque mezcla elementos de una leyenda autóctona con otros de la mestiza. Según ella Wari, un semidios que existió hace miles de años, pretendió sojuzgar al pueblo de los “uros” para lo que soltó enormes víboras que quemaron las aldeas con fuego que lanzaban por la boca, causando la muerte de numerosos “uros”. Pero de improviso apareció una Virgen morena que petrificó a los bichos. En agradecimiento se hizo una imagen a la que se rindió fervoroso culto; y que no era otra que la Virgen de la Candelaria.
Los monstruos que vomitaban fuego se simbolizaron en los diablos. Ellos se ponían a danzar alrededor de la Virgen, hasta el momento que eran puestos en fuga por acción del Arcángel San Gabriel.
Finalmente existe otra versión que le fue narrada a Elena Fortín por el Dr. Lisandro Condarco quién a sus vez la conoció por testimonio de su padre que se desempeñaba como médico director del Hospital de Oruro entre 1852 y 1854, época en que Bolivia fue gobernada por el General Ballivián. Esta versión cuenta que en Oruro vivía un conocido ratero, apodado “Chiru-Chiru”. El ladrón acostumbraba repartir parte de su botín entre los menesterosos de la ciudad. No lo hacía por caridad, sino para lograr protección de esta gente cuando la policía lo perseguía.
“Chiru-Chiru” fue sorprendido en uno de sus asaltos y recibió una herida mortal, logrando sin embargo huir hasta su guarida, una humilde choza donde el malandrín había esculpido una imagen de la Virgen de la Candelaria, de quién era fervoroso devoto. Al acudir en su auxilio, los vecinos hallaron que “Chiru-Chiru” agonizaba al pie de la imagen de la Virgen, pidiendo con urgencia el auxilio de un confesor. Interrogado por el origen de la imagen sagrada, el bandido contestó que era una aparición que se le había presentado y cuya última gracia era permitirle confesar antes de su muerte. Llevado al hospital, falleció al día siguiente, sábado de Carnaval.
Culmina el relato señalando que, a partir de ese momento, los mineros empezaron a rendir culto a la imagen. Al año siguiente realizaron una romería, donde por primera vez se presentó “La Diablada”. Posteriormente en el mismo lugar edificó el templo consagrado a la Virgen de la candelaria.
Tal vez rememorando estos relatos, el 8 de febrero de 1891 se grabó, en una pared de la capilla del Socavón, una cuarteta que dice:
“Tú que gimes en el crimen
Tu te puedes aún salvar
Ven a los pies de la Virgen
Tus pecados a llorar”.
Lo anterior explica el porqué “La Diablada” se presentó en Puno durante la festividad religiosa de la Virgen de la Candelaria, ya que esta imagen se ha identificado con la Virgen del Socavón.
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