miércoles, 7 de octubre de 2009

El drama de la educación y de los egresados de estas carreras




Alberto, es un joven de 25 años, acaba de culminar sus estudios en la carrera de educación de la UNA-P, y me cuenta entusiasmado: “me acaban de dar una plaza en un colegio particular, podré pagar mis deudas. Sabe profesor (…), me presté dinero para hacer los trámites de mi bachiller, y lo de mi tesis; (risas…), ¡después dicen que la U es gratis! cuando te sacan todo y lo peor es que se demoran y los jurados de las tesis se hacen los ricos por una firma”. Lo veo durante las primeras semanas entusiasmado, me comenta sobre su experiencia, sobre las travesuras de lo jóvenes, me dice “los enanos son jodidos, antes que yo diga algo se me adelantan en todo”, con el pasar del segundo mes empiezo a notar que se halla un poco incómodo, ya no habla con el mismo entusiasmo sobre su trabajo, antes solía venir constantemente a que le preste uno libros, un poco de material como dice él.

Hace un par de semanas me comentó algo lamentable, con tono de desesperación y tristeza me dijo que estaba pensando en irse a trabajar a una mina. Sólo entonces me atreví a preguntar sobre el trabajo, por cómo le iba, y el porqué de esa decisión. Casi con lágrimas en los ojos me contó algo que sigue siendo un problema que nadie regula. “han pasado varios meses y cada vez que voy a cobrar me dicen que vuelva, que tengo que conversar con el coordinador, que lo de la Gripe, que tienen actividades y cuando me encuentro con él y me atrevo a cobrarle, me dice siempre que me pagarán en junto, que es un ahorrito y que mientras tanto teme un adelantito y me alcanza unos soles, que no alcanzan ni para los pasajes y yo tengo deudas, tengo que pagar el alquiler del cuarto, la comida, porque mis padres son del campo (…)”. Trato de aliviarlo y con el pasar de los días me adentro en el problema, cada vez que me encuentro con egresados siempre les pregunto sobre el cómo les va en los trabajos, algunos tienen noticias agradables; sin embargo la gran mayoría (de los que laboran en las instituciones privadas tienen ese problema).

Esto se agrava con algo muy triste, un gran porcentaje de quienes trabajan en centros preuniversitarios me dicen que mucho de lo que la universidad les da como presupuestos teóricos no va de acuerdo ni siquiera con lo contenidos que un examen de ingreso exige, que hay un gran “divorcio entre universidad y los colegios”, lo peor es que la universidad también se divorcia de sus egresados, los abandona a su suerte, y no existe ningún mecanismo para aliviar esto, para fomentar una relación continua con las personas a las que formó.

Pero volvamos al tema (en torno a los egresados), lo que les pagan, si es que les pagan realmente es una miseria, el costo por hora es de S/. 2.50 a S/. 3.00 y que incluso no cada vez que tienen una actividad como desfiles, actuaciones, etc., les tiene que descontar. María, otra egresada me dice casi con burla y con tono de indignación “que a veces incluso salen debiéndoles a estas instituciones”.


El Perú es realmente un país muy agreste en su geografía social, en su temperamento colectivo. Reclamamos unidad en un espacio en el que los conflictos se acrecientan cada vez más, y se acrecientan también las diferencias sociales. Obviamente ante ello una de las directivas sociales de mayor preocupación es la de hacer posible un país más equitativo y con mayores oportunidades en todos los sectores; sin embargo, lograr que en la realidad haya un desarrollo humano en igualdad de condiciones es casi imposible.
Uno de los fines máximos de la educación es la de desarrollar un espíritu solidario en sus ciudadanos, en toda la población y para ello se ha diseñado un perfil del ciudadano y a ello también deberían estar orientadas las directivas nacionales. Así tenemos como letra muerta, cuando no, lo estipulan documentos como el DCN en el que se menciona orondamente que “Conforme al mandato de la Ley General de Educación, debemos asegurar la formación de personas que participen en la construcción de un mundo más justo y más humano, haciendo de la institución educativa, un espacio de construcción de relaciones equitativas entre niños y adolescentes de distintas culturas y condición social. Además, consideramos la responsabilidad de incorporar a las personas con necesidades educativas especiales desde una perspectiva inclusiva, para ellos se requiere de adaptaciones curriculares de acuerdo con su necesidad”. Cuando ocurre precisamente lo contrario.

Cuando alguien elige una institución educativa para su menor hijo, o el ser querido, lo primero que piensa es en proveerle de lo mejor (maestros, infraestructura, contenidos curriculares por área, orientación educativa, perfil del centro, etc.), lo que conlleva obviamente a una educación diferenciada, de mayor calidad a la brindada por los centros estatales. Y es que, es parte de nuestra cultura el querer siempre “lo mejor” para los seres amados (aunque ese “lo mejor” sea sólo un cliché), y en la búsqueda de ello se hacen las selecciones correspondientes. Uno elige un colegio con una orientación religiosa (ya sean católicos o protestante, como podrían serlo definitivamente colegios como “San Juan”, “La Merced”, La Inmaculada”, “Villa Fátima” o “El Adventista”) porque tiene la esperanza que en estos colegios citados la enseñanza tenga un tiente de respeto, de valores, que doten a quienes estudian en estos centros de un espíritu humanista y solidario. Sin embargo ello no siempre se da, generalmente, lo que se logra es que aparezcan prejuicios (como “el mi hijo estudia en tal colegio” y mira como anda el del fulanito, y si ello por parte de los padres de familia; y qué se puede esperar de los pobres jovencitos que realmente creen, porque así se los han hecho creer, que el estudiar en estos colegios los hacen más que el resto), esas diferencias se dan también en el seno mismo de la Institución esa, las diferencias económicas de las que proceden los predisponen a crear un ambiente de discriminación y maltrato moral a quienes participan de dicho ambiente. Ello se hace más notorio cuando la actitud de los directivos de esas instituciones es alejada de todo espíritu humanista, altruista y solidario. Cuando hay un mercader escondido tras la imagen, en modo genérico, del pastor, de la hábito y del rosario. En donde la preocupación por el rezo y la infraestructura pesa más que la práctica real de todos los valores que una sociedad justa y cristiana puede perseguir, del mismo modo en la de sus maestros ¿este será el caso de nuestra región?


De qué tipo de perspectiva inclusiva estamos hablando, si las diferencias salen a borbotones, de qué valores se pueden hablar si se atropellan dignidades en forma colectiva (no sólo la del maestro, la del alumno, la del padre de familia, la de la colectividad que valida su labor pedagógica). Si bien se ha tratado de crear, erróneamente, una sociedad que valide la visión de escuela-empresa no debe ser esta la orientación en la que el administrador por lograr mejores beneficios económicos descuide horrorosamente cada uno de los puntos que señalamos a continuación:

a) Formación en valores humanísticos y respeto de la identidad individual y cultural (de la comunidad educativa en la tienen incidencia).
b) Incidencia en la inclusión colectiva de sus estudiantes.
c) Formación académica actualizada (de acuerdo a estándares y a supervisiones constantes por parte de especialistas)
d) Un matrimonio con la cultura regional, con los planes estratégicos de desarrollo social, con un verdadero impacto en la sociedad.
Todo para lograr cierta concordancia con los fines de la educación peruana:
a) “Formar personas capaces de lograr su realización ética, intelectual, artística, cultural, afectiva, física, espiritual y religiosa, promoviendo la formación y consolidación de su identidad y autoestima y su integración adecuada y crítica a la sociedad para el ejercicio de su ciudadanía en armonía con su entorno, así como el desarrollo de sus capacidades y habilidades para vincular su vida con el mundo del trabajo y para afrontar los incesantes cambios en la sociedad y el conocimiento”.


b) “Contribuir a formar una sociedad democrática, solidaria, justa, inclusiva, próspera, tolerante y forjadora de una cultura de paz que afirme la identidad nacional sustentada en la diversidad cultural, étnica y lingüística, supere la pobreza e impulse el desarrollo sostenible del país y fomente la integración latinoamericana teniendo en cuenta los retos de un mundo globalizado.


La educación, como siempre, sigue siendo un instrumento de dominación cultural y que además obedece a intereses hegemónicos, en los que el servicio privado más bien orienta al desarrollo de una sociedad de la diferencia, de la etiqueta, la marginación y la barbarie cultural e ideológica, en donde la pose del que envía sus hijos a un centro de esta naturaleza es la del “ya no ya”, “del que es más que el resto”, típicas actitudes del huachafo que pretende ser quien no es. Lo que no es generalizado, ya que la gran mayoría realmente cree que al poner a sus hijos en estas instituciones logrará ese añejo anhelo de brindarles una educación digna y de calidad que el estado no garantiza.

Obviamente no podemos mencionar a todos los colegios particulares, ya que ni siquiera cumplen con las disposiciones del Ministerio de Educación, en torno a su denominación, es decir a su nombre:


Para que una institución posea el permiso de funcionamiento, ésta debe contar con lo siguiente:
CAPITULO IV/ DE LA DENOMINACIÓN
Artículo 23º.- Las Instituciones Educativas podrán llevar el nombre propio de:
Personajes fallecidos y acontecimientos relevantes de la historia nacional o universal.
Héroes que dejaron un digno ejemplo para la juventud y la nación peruana.
Personajes ilustres y educadores ya fallecidos que contribuyeron notablemente al desarrollo y progreso de la educación, la ciencia y la cultura.
Países hermanos cuyos lazos de historia, amistad, cooperación e identidad de acciones benéficas, las unan a la Patria.
Denominaciones que por su significado y trascendencia contribuyan a realzar los fines y objetivos de la educación peruana.
Y en nuestra localidad encontramos nombres que no pertenecen a nuestro imaginario (la lista es larga, nombres de instituciones educativas cuya descripción se halla en otros idiomas y qué nada tienen que ver con nuestra cultura, y que incentivan una predisposición hacia la enajenación cultural, a una perspectiva de la alienación y que por si fuera poco no tienen un compromiso real con la educación y son tan sólo son simples negocios orientados a lucrar con la fachada y con el lobby de la tan esperada o el sueño de una educación digna y de calidad).

Así, cuando alguien habla y sostiene que: “El DCN fomenta el conocimiento y respeto de las diversas culturas de nuestro país y del mundo, reconoce la necesidad imperiosa por convertir el contacto entre las culturas en una oportunidad para aprender y aportar desde nuestras particularidades. Hay que llegar a la práctica intercultural, fomentando el diálogo intercultural, reconociendo el dinamismo y permanente evolución de cada cultura”. Hay que pensarlo dos, tres, y hasta mil veces, de sociedad inclusiva, sólo tenemos el nombre y mil frases que se emplean para crearnos un ambiente de la mentira y la mediocridad, mediatizada y alzada en el poder.

Por si fuera poco, estas instituciones educativas no poseen una acreditación social real, ya que actualmente no aportan al desarrollo real, ni social de la región (en realidad tampoco culpemos de esto sólo a estas instituciones, sino también a las estatales y a varias otras de ingerencia gubernamental). Los resultados son claros.

Los informes de logro de desempeño de los especialistas de las diversas Ugels de Puno, nos demuestran algo alarmante, para los puneños. Desde hace más de cinco años, las instituciones educativas de la ciudad de Puno (entre estatales y privadas) no logran posesionarse de premios o galardones en concursos argumentación y de debate (en relación a este último, lo digo además porque he tenido casi una participación como jurado calificador de los dos últimos concursos, en los que las provincias han salido siempre airosas), lo digo con hondo dolor cómo los profesores del área de comunicación no ponen de su parte, y parece que ello les agobia y sólo les interesa la remuneración y no el desarrollo intelectual de sus estudiantes. Tampoco en los concursos de comprensión, menos en los de redacción y ni qué decir en los certámenes institucionales. Casi todos los premios de los que se ufanan están organizados por instituciones privadas y cuyos resultados son manipulados. Tan manipulados, que casi llegan incluso a concursos de prestigio de matemática y de otras ramas a fines. Las compras de galardones y de premios para efectos marketing están al asecho.

El colmo, sobrepasa toda conchudez cuando se intenta lanzar un plan lector para que los alumnos mejoren estas capacidades de lectura; pero antes se efectúan negociados con editoriales que ofertan libros que no pudieron vender por la mala y pésima calidad, y los venden en costos exageradísimos. Todo bajo una conversación previa, una especie de “jafa na jafa” o a ese famoso “a medias nos repartimos lo que los incautos padres de familia paguen”, caro, en una sociedad donde no se lee es fácil engañar, y hacer creer que con esa lectura nuestros hijos efectivamente lograran deleitarse y amaran los libros. (Por razones de espacio, mientras configuro bien las estadísticas que tengo a la mano y cotejo bien los datos, para no ganarme un juicio por injuria, o por mal manejo de información, le prometo que les seguiré hablando del tema, siempre que ningún virus afecte mi ordenador o acaso alguien le rece a santa teresita para que me aleje de mi preocupación el tema de educación, que desde ahora iré abordando tanto en mis notas del diario)





No hay comentarios:

Publicar un comentario