martes, 27 de octubre de 2009

Viva el Puno de los hombres dignos, no la de los sátrapas que han llegado al poder para engordar el clan



José Luis Velásquez Garambel

Hace pocos días comente acerca de la biblioteca, de la ira con la que el estado trata al intelectual. Ahora intentaré brindar una pauta de la historia de las aberraciones e injusticias en contra de la inteligencia. Para no alargarme mucho en este relato, me referiré sólo al caso Puno.

Un hombre de ideas, lecturas y sueños ha llegado a la Villa de San Carlos de Puno, se llama Miguel de la Torre, maestro de primeras letras, el 14 de febrero de 1669 se le entrega un solar en la naciente y futura ciudad, dos años después cae enfermo, el solar le es arrebatado, muere olvidado y en la miseria. Quienes le quitan el solar aducen que el mismo había sido entregado para la el funcionamiento de un centro de primeras letras.

Toda una generación: Los San Román, para colmo de muchos llamados todos Miguel (Miguel de San Román: el Abuelo, el padre y el hijo) entregaron su vida por el desarrollo de Puno, de los tres sólo el último murió con el reconocimiento de las multitudes y llegó incluso a ocupar el sillón presidencial y todas sus pertenencias fueron entregadas a las hermanas que regentaban un colegio para señoritas, hoy conocido como “Santa Rosa”, claro, sus pertenencias no eran nada exiguas. Pues bien, el abuelo se une a las tropas libertarias de Tupac Amaru, y llega a formar filas junto a Pedro Vilcapaza; es atrapado en Lampa, conducido a las pampas de Paucarcolla y allí sometido a los vejámenes más trágicos por la propia población por la que luchó, días después es fucilado, este joven había estudiado en Francia y para colmo de males resultó siendo un ensayista trágico de “la condición del americano y de lo no americano”. El padre, se une a las huestes de Mateo Pumacahua, y también es muerto en Humachiri junto a Melgar, ese poeta pre romántico. De ellos el hijo se enrolo a las huestes libertadoras del sur, después a cabalgó bajo las órdenes de Bolivar y fue compañero de campañas junto a Ramón Castilla y al mismo tiempo su brazo derecho. Sólo a el la historia recuerda.

Simón Rodríguez, el maestro de Bolivar, fue nombrado por éste Director General de Instrucción Pública del Perú, diseñó todo un plan de escolarización por cada departamento, diseño de un plan educativo que fue aprobado por Bolivar y así nacieron los famosos colegios bolivarianos; pero su orientación fue totalmente anticlerical, es decir de una especie de ideología liberal y de profunda filiación positivista. No se crearon ningún colegio con nombre de santo alguno, ver: Ciencias y Artes, Ciencias y etc. y etc. este maestro luego del retiro de Bolivar, paso a ser perseguido por los enemigos de su pupilo; sin embargo creo una escuela en Azángaro, exactamente en Arapa y desde ahí, desde ese su templó irradió conocimiento, hasta que el párroco de dicho poblado hizo que lo expulsaran, murió en la serranía central en la miseria más completa.

Otra historia merecen los renovadores hermanos Nicolás y Carlos Belisario Oquendo Álvarez; Nicolás el primer Ingeniero eléctrico del Perú, graduado en Francia, quien trajo a Puno la primera bicicleta, el generador eléctrico, el cine, y junto a su hermano Carlos Belizario, padre del Poeta Carlos Oquende de Amat, renovó a la ciudad, Carlos, medico graduado de Doctor en medicina en Francia, trajo consigo la rotativa y creo un diario que formó a toda una generación de la que es fruto José Antonio Encinas, el incansable enemigo del clero y seguidor de Gonzáles Prada, positivista a extremo maestro de San Carlos y presidente de la junta gubernamental de Puno (por cierto el primer antecedente de Gobierno Regional) reorganizó Puno, construyó el Parque Pino y modernizó la ciudad. Y mucho más, formó a la inteligencia de Puno Encinas, Manuel Quiroga, Francisco Chuquihuanca y otros. Ambos murieron perseguidos por la curia y por los enemigos de la inteligencia puneña. Nicolas olvidado en un sanatorio para enfermos mentales y Carlos Belizario, tuberculoso al igual de su hijo, en un pueblito también olvidado de la sierra.

Qué podemos decir de nuestras inteligencias mayores: Gameliel Churata, perseguido y expulsado por defender sus ideas por más de 30 años y a su vuelta igualmente maltratado por sus compatriotas, el poeta Carlos Oquendo de Amat, organizador de las cédulas comunistas del sur del Perú, secretario ocasional de Mariátegui, expatriado y tuberculoso murió en Navacerrada España, Alejandro Peralta, hermano menor de Gamaliel Churata (Arturo Peralta) perseguido tubo que aislarse en la amazonía, en donde casi se pierde ese genial poeta de Ande, y que más tarde formaría junto a Luis de Rodrigo, Emilio Vásquez, Emilio Armaza, Emilio Romero, Ernesto More y Ricardo Arbulú Vargas el Instituto Puneño de Cultura (en Lima), lo que no sería sino la última correría de los viejos Orkopatas, del mismo modo moriría atropellado como un indigente ninguneado.

Si seguimos, la historia es larga, pero efectivamente, el sector pensante es el más maltratado en este país en el que el imperio de la corrupción se hace más grueso. En donde la ignorancia es objeto de culto, en donde el asesino y el delincuente son homenajeados. Aquí donde el ladrón ocupa el cargo de “alto funcionario” esa es nuestra patria, a eso hemos llegado.

Admiramos la necedad y ansiamos ser también corruptos, el sátrapa desea ocupar un sillón ya sea de una alcaldía o de la presidencia de la región, todo con el único deseo de ampliar su feudo, su clan.

Bueno, mientras tanto ¡Viva Puno! No la de los corruptos ni la de los ladrones, no ese 04 de noviembre, fecha en que se asesinaron a 67 puneños por revelarse contra el virrey Conde de Lemos, no ese culto a los mercenarios que ambicionaron la carnicería, el oro y la plata. ¡Viva Puno! No la de los sátrapas sino aquella de los hombres dignos.

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