jueves, 22 de octubre de 2009

“TUPAMARUS, VILCAPAZAS, CATARIS, INGARICONAS”: El testimonio vivo de Augusto Ramos Zambrano



José Luis Velásquez Garambel

Cirbadora de sueños, una simple muralla separa la locura de la lucidez, el sueño de la vigilia y en ese estado nace la concepción del pasado, que nos extiende la mano y estamos ahí, donde el hombre incendió con una chispa la luminaria de su inteligencia; y nos vuelve a extender la mano y nos hallamos en el futuro, tan incierto; y en un revolotear de ojos nos perdemos en el presente, somos partícipes de lo que acontece en este momento, en esto que a veces es parte del azar, pura casualidad. Y el tiempo qué locura, qué tema tan apasionante, y recordamos a J. L. Borges que nos dice que “el pasado es una simple invención ficticia de la memoria, un artilugio, una especie más de ese género endemoniado que es el cuento fantástico”, y nuestro poeta de los Dioses, Omar Aramayo nos replica: “… inventamos el pasado para no declararnos locos mutuamente…”.

Mucho se ha dicho de los estudios sobre la historia, desde que Herodoto la inventara, con las diferencias conceptuales con Tucídides, para diferenciar las explicaciones que los hombres hicimos con el mito, explicaciones propias, culturalmente contextualizadas a cada cultura, pasando por esos magníficos filósofos de la postmodernidad que la niegan y hasta la ridiculizan como J. Derrida, M. Foucault, F. Guattari, G. Deleuze hasta nuestros peruanos célebres como Jorge Basadre, Pablo Macera, Manuel Burga, Nelson Manrique, Heraclio Bonilla, María Rostoworosky y ese genial hombre, tan distante a nuestras razones actuales, tan lleno de lucidez, como lo fue Alberto Flores Galindo que nos demuestran que la memoria es necesaria, que un pueblo sin memoria no sólo no posee espíritu sino que no posee humanidad.

Qué difícil es hablar de historia, qué difícil es recordar y cuan trágica es la labor de un hombre como la del Dr. Augusto Ramos Zambrano, quien desde hace varias décadas atrás nos trae el pasado y nos lo reprocha, y con ella nos retumba en los oídos, y en la memoria que es necesario recordar; pero ella, como esquiva, como una doncella olvidadiza hace que se nos perdone todo, pero hombres como él, con la terquedad y la pulcritud del espíritu batallan contra el olvido.

“Tupamarus, Vilcapazas, Cataris, Ingariconas”, es el último libro del insigne historiador Augusto Ramos Zambrano, libro de factura didáctica y de vital importancia para el conocimiento del pasado histórico de la región Puno durante la gran alzada tupacamarista.

El texto en mención fue preparado con la minuciosidad propia de un alarife de la arquitectura social, la revisión y el hallazgo de documentos de primera fuente, así como la exquisita muestra interpretativa le otorgan el soporte necesario para que sea considerado un texto clásico en la historiografía regional y un clásico de la historiografía tupacamarista.

El libro contiene, además, importantes ensayos de María Eugenia del Valle de Siles, una reconocida historiadora chileno-boliviana especialista en el la rebelión de Tupac Amaru; una lúcida interpretación de Nils Jacobsen, historiador alemán, especialista en procesos económicos y políticos del período en cuestión; también un ensayo titulado “Sangre en los Andes” del estudioso Mauro Paredes, intelectual con profunda y activa labor cultural durante varias décadas en la región de Puno.

Con la aparición de este libro, el Dr. Augusto Ramos Zambrano, se yergue, una vez más como el máximo estudioso de la historia regional, el intelectual incansable a quien Puno le debe su memoria histórica y social, y para los jóvenes, el ejemplo del escritor, del intelectual incansable y con el amor inalterable que todo puneño le debe a Puno.

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